EL VUELO DEL ALMA: Carta a Marina Tsvietáieva

EL VUELO DEL ALMA: Carta a Marina Tsvietáieva

10 de octubre de 2020 I Por: Jesús García Gabaldón, traductor del libro Campamento de cisnes, Versos a Blok y Poesía elegíaca

Te escribo esta primera carta, Marina Tsvietáieva, desde mi alta noche de aquí a tu sempiterna tarde de allá. En el sueño te convoco, Marina, evocando en tu nombre las montañosas mareas de mar y luz, tu florido nombre marino. En el mar, florecemos con las alas, con las olas. Las cartas y la poesía, escribiste, son tu modo de comunicación preferido con el más allá.  Por el gran mar de la poesía, mis telúricas palabras, vuelan a tu celeste encuentro, cruzan las barreras del tiempo y del espacio, sobrepasan los límites de la memoria y del olvido, y, permeadas de vida y muerte, se abren paso entre nubes de versos y ventanas de sílabas, cruzan árboles y cerros de letras (arces, robles, olmos, pinos y olivos, cerezos, castaños, caobas y cedros, abedules y alerces), atraviesan la meseta y la estepa de las hojas en blanco hasta llegar a ese espacio angélico, habitado por el espíritu de tu poesía, donde sigues viviendo.

Así llego a Yelábuga, a la suave colina en el vértice del Volga y del Kama, por donde reposas y donde ahora te entrego, Marusia, los símbolos de este libro nuestro, tuyo y mío, con mi versión de tu poesía elegíaca a la lengua de Lorca, a quien poco antes de morir comenzaste a traducir al ruso. Debo confesarte que traducirte fue una larga querencia. Durante treinta años me preguntaba: ¿cómo traducir a una poeta que considera que la poesía es una traducción, que no existen los poetas, sino simplemente el oficio de ser poeta, más allá de lenguas, naciones, culturas y tiempos? Y finalmente me respondí: como un doble acto de fe: en la poesía y en el poeta. Creyendo en ti y  en tu poesía, he vertido al español y reunido en este libro tus elegías rusas.  No es una antología -las odiabas tanto o más que los monumentos a los poetas-, sino un libro de libros, una escultura móvil, un artefacto imaginario, un imaginado mecano construido con bloques de sílabas, con poemáticas piezas de materia viva. La elegía está hecha de amor y de dolor. Amor en el dolor, dolor en el amor. Nos enseñaste: en poesía, todo lo puede el amor, todo lo crea el dolor.

Leí y traduje como libros de amor y de dolor, dos de tus libros: Campamento de cisnes y Versos a Blok. Leí e interpreté, pues la traducción es primero lectura e interpretación. Vertí tu libro secreto, Campamento de cisnes como un trágico, elegíaco, canto de amor y de dolor a Rusia, escrito, vivido en el turbulento y caótico Moscú de la Revolución y de la Guerra Civil. En “El poeta y el tiempo” afirmaste: “no hay ni un solo gran poeta ruso contemporáneo a quien después de la Revolución no le haya temblado y crecido la voz”. La Revolución rusa era el encargo del tiempo. Y tú fuiste una poeta revolucionaria, pero no de la Revolución. Pues la alabanza de la Revolución, señalaste, es el encargo del partido, no del tiempo. Y tú te inclinaste por el encargo de tu conciencia. Los poetas no son ruiseñores, sentenciaste. Porque la exigencia de la conciencia te llevó a cantar a los muertos, puros de corazón, que no habían sido glorificados y que no podían ser glorificados, a acompañar a los perseguidos y no a los perseguidores, a estar con las víctimas y no con los verdugos, tu Campamento de cisnes se alzó por encima del tiempo, creando la visión trágica de su tiempo y convirtiéndose así en una obra eterna, llena de compasión y concordia.

Con el trasfondo de la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y la Guerra Civil rusa, cantaste a Blok como una afirmación de amor y de dolor por la muerte del poeta, por la desaparición de la poesía. Porque cuando hablan las armas, calla la poesía. Y para ti, el vuelo de la poesía es el vuelo del alma. La poesía, escribiste, revela la psique, la esencia de lo humano. Es la estenografía de la vida… Y el poeta, exiliado del universo, en esencia es un emigrante del Reino de los Cielos y del paraíso terrenal de la naturaleza. El poeta (todo el que está relacionado con el arte, pero sobre todo el poeta), decías, lleva siempre el estigma especial de la incomodidad, con el que puedes reconocerle incluso en su propia casa. Es un emigrante de la inmortalidad al tiempo, un desertor de su cielo, que se nutre del mundo interno, a través del cual filtra el mundo externo. Por eso, tu vertiginosa y torrencial palabra poética, Marina, es un incendio perpetuo de amor humano, un permanente aguacero de luz y dolor, donde caminas luminosa, lúcida, con todo tu ser expuesto al fuego, en carne viva, siguiendo con la respiración el ritmo del alma, haciendo del corazón un órgano musical. Porque nos enseñaste que vivir es seguir viviendo, pues el heroísmo del alma es vivir y el del cuerpo, morir, dejo levemente en tu tierra y encomiendo al viento este ramillete de hojas de lirios, orquídeas, crisantemos y flores del paraíso, con la esperanza de que tus versos, recreados por mí, rumorosa, largamente te acompañen.


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