En las arenas del mundo

Una serena belleza

3 de marzo de 2016. Por: Juan Gustavo Cobo Borda.
En Boletín cultural y bibliográfico del Banco de la República.

Pintor, poeta y grabador, Oreste Donadío (Medellín, 1965) fue el ganador con este libro del Premio Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá 2011, otorgado por un jurado que conformaban Augusto Pinilla, Juan Felipe Robledo y Guiomar Cuesta.

En su primera parte son las ciudades, de Bogotá a Cúcuta y de Florencia a Montreal, las que resultan recreadas por la memoria, “crecido río de sangre enamorada” [pág. 24] como dice al hablar de Perugia, en una fina evocación, que no incurre en el pormenor histórico o en los atractivos del turismo, sino en la reposada vivencia que vuelve muy depurada. Pero que no por ello han perdido nada de su intenso drama: la casa de la infancia, en Cúcuta, con sus terribles historias que siguen convocando a sus protagonistas, “el hijo envilecido, los hermanos incestuosos” [pág. 18], dentro del marco, un tanto imperturbable, que ofrece “La serena aridez del valle” [pág. 18].

De este modo, el impulso verbal se asienta en esos pequeños retablos de emotividad y color en los que la nostalgia confirma su condición de viajero por el extranjero, de joven emigrante distraído, que ya en la soledad ve como se le imprimen en los circuitos del cerebro, como sucede en “Morano Calabro”, “los dibujos de la madera, las manos de los carpinteros” [pág. 19].

Todo ello con la imprecisión evocativa con que las pinturas del propio autor, que acompaña esta muy bella edición, nos hablan de algo infantil y sugestivo, en su risueña caligrafía a punto de esfumarse pero no por ello menos misteriosa y mágica. Por ello las ciudades de la evocación, con sus dramas de marginales que yacen en aceras o huyen hacia los hospitales tienden todas a subsumirse en las aguas cíclicas del devenir de las estaciones.

El horizonte verde azul

que en un azul más tenue se desdobla,

y en otro azul se desvanece

[pág. 37]

La poesía no compite con ese olvido, con esos rostros y cuerpos, en ocasiones enfermos, cuyo nombre no recordamos, sino que se abandona al flujo, entre melancólico y dulce, de ese rescate que tiene mucho de contemplación religiosa en su abandono. En su carácter de meditación del despojo. A esa luz, “blanca y dorada, / anterior al nacimiento del mundo” [pág. 35].

Luego de las ciudades, las personas, esa “legión de ausentes”, que en la segunda parte del libro nos hablan de emigrantes condenados al exilio de dos tierras, de ambiciones que se pudren entre las piedras de las tumbas, de suicidas o arpías, que tornan a enhebrar la sórdida tragedia de todas las familias, con su carga de culpas y el despotismo de madres implacables, ya “sin facciones humanas debajo de los pliegues” [pág. 45] como sucede dentro de esa galería donde, como dice Juan Felipe Robledo en su prólogo, “La poesía de Oreste Donadío nace del ojo y del oído, de la fundamental conciencia de decirnos sin aspavientos, con serena belleza que no desconoce el horror que anima, también, nuestra existencia”.

En la tercera parte, una suerte de cuaderno de apuntes para consignar el trabajo del poeta, vuelven las instantáneas fotográficas de pueblos y ciudades italianas. Se repasó de nuevo el álbum de fotografías

Siempre es de noche en el álbum de familia

los rostros que contemplas te miran espantados.

[pág.58].

Pero es en realidad el escribiente-protagonista el primero en verse afectado por esa erosión de todas las cosas

regresas siempre al mismo espejo

que te ofrece ese rostro cercano que se aleja

[pág. 58].

Solo que la individualidad fantasmal se hace más próxima al convocar a otras siluetas, como cuando dice

Las madres en las mecedoras tejen piadosas

una bufanda con las sombras de sus hijos.

[pág. 58]

Definiciones de palabras, líneas remotas “que hoy, súbitamente, sangran”. Quiebre de la inocencia: adiós a la infancia. El libro se cierra con la evocación de la madre, con “un color huérfano, agrietado” [pág. 64] y la asumida convicción de las cenizas del olvido como única certeza perdurable. En resumen: un bello y hondo libro, en contenido y en presentación editorial.

Cobo Borda, J. G. (2016). Una serena belleza. Boletín Cultural Y Bibliográfico49(89), 135.