3 de julio de 2019. Por: Ronal Castañeda.
En El Colombiano.
Un monje y dos aprendices de budismo se involucran en un triángulo amoroso que pone en duda su camino a la iluminación. Inevitablemente la claridad espiritual se confunde con el amor terrenal y el rostro humano.
La escena es de Matar al Buda, reciente publicación de la periodista, guionista y youtuber Carol Ann Figueroa (Bogotá, 1978). Durante el tiempo que estuvo haciendo meditación, la escritora tuvo varias inquietudes sobre lo que aprendía y sentía. Quince años atrás supo que el budismo habla de desapego, el ego, la impermanencia, la vacuidad y el “desaparecer de las cosas”, pero que estas no son tan fáciles de aplicar en la realidad.
Por cerca de cinco años Carol estuvo involucrada en el budismo, aunque nunca muy comprometida. “Siempre sentí una imposibilidad de que uno con la mentalidad occidental-latina-indígena-católica pueda incorporar un pensamiento budista”, explica la autora de la novela Matar al Buda, publicada este año por Sílaba Editores.
En las páginas, la triada de amor diluye estos sentimientos, porque la claridad no puede con el deseo.
Llegar al Buda
El paso del periodismo a la ficción fue para ella más difícil de lo que esperaba. En 2017 publicó su primer libro, Sala de espera, serie de crónicas sobre el sistema de salud en Colombia.
Reescribió la novela varias veces y tuvo que prescindir de personajes y situaciones a medida que depuraba el texto. En esto la ayudaron los estudios de escritura creativa que, más que enseñarle a escribir, fueron como una “guía” para no perderse en el camino.
En sus 176 páginas, Matar al Buda muestra a tres personajes que hacen un triángulo amoroso a través del camino del budismo, un paso con profundas desigualdades. La añorada iluminación, la paz interior y la anulación del ego vienen ligadas a privaciones y enredos.
El poliamor o las relaciones abiertas fueron para ella el escenario ideal para poner a prueba la contradicción en las búsquedas espirituales, cualquiera sean. “Siempre que me he acercado a ambientes jipis, de mentalidad abierta, del amor libre, me he dado cuenta de que son principios difíciles de llevar a cabo”.
No obstante, ahora que ella lee y se enfrenta nuevamente al texto, cuatro años después de terminado, le encanta la sensación de que ya no es de ella. “Es una creación autónoma y existe a pesar de mí. También me sirvió para saber cuál es mi nivel, algo que imagino dan las primeras obras”.
Hacer otras cosas
Desde hace dos años y medio lanzó el canal de Youtube La Píldora dedicado al discurso sobre la mujer. Este nuevo rol de youtuber le parece interesante, porque es diferente a lo que ha hecho. “Es una transición entre el periodismo y los medios, creo que es grato estar en ese otro lugar explorándolo”, dice.
Sus publicaciones tratan por lo general acerca de los estereotipos y sesgos en la mujer. Indica que sus posts han sido comentados por feministas que la alaban o la atacan: “Es un terreno en el que hay que moverse con cautela y en el que prefiero no inscribirme porque ‘pierdo elasticidad’”.
Aún así, siente que su papel digital es el que mejor le ha venido porque, aunque sea el más visible, ha sido el menos explorado y el que más potencial creativo tiene en este momento de su carrera.
“Me gustaría hacer una ficción a partir de La Píldora, una serie o un libro de ensayos o crónica. Incluso podría tocar el stand up”, anota.