30 de enero de 2018. Por: Federico Díaz-Granados.
En Boletín cultural y bibliográfico del Banco de la República 51(93), 107. .
Resulta muy grato como lector ratificar que el cuento es, a pesar de las contingencias mediáticas y editoriales, el lugar donde mejor conviven la poesía, la síntesis y la narrativa. Es bien sabido que las editoriales multinacionales poco o nada publican este género por considerarlo poco comercial. Hace poco, le escuché decir a un gerente de ventas de una importante editorial que “el costo de producción de un libro de cuentos es el mismo de una novela y (…) el lector prefiere pagar por tener más páginas de entretenimiento”.
Lo que desconocía ese gerente es que el cuento es el género ideal para iniciar a los nuevos lectores. Es el preferido por muchos jóvenes y donde mejor se han cultivado los grandes narradores de siempre.
Algunas editoriales independientes le han apostado a publicar cuento. Si bien son pequeñas colecciones de cortos tirajes, hicieron esa puesta y eso es loable en un país en el que se imponen ciertas modas.
Por eso, es satisfactorio también que algunas entidades públicas, nacionales, departamentales o municipales, convoquen a premios y becas para el género del cuento y que, para su difusión, decidan articular dichos estímulos con editores, bibliotecas, libreros y promotores de lectura. Esto es, al menos, lo que observo con la convocatoria de la Secretaria de Cultura Ciudadana de la ciudad de Medellín que otorgó una beca de creación a la joven autora Janeth Posada, para escribir un libro de cuentos.
El resultado no puede ser más que alentador. La editorial Sílaba publicó el fruto de esa beca, el libro La salida está cerrada, colección de nueve cuentos en la que la voz y la destreza narrativa de la autora sobresalen desde la primera página. La autora ya había publicado en dos oportunidades: el libro de poemas El rastro de los días (2008) y Cuando una mujer está triste (cuentos, 2010).
La salida está cerrada es su tercer libro y todos los cuentos que contiene son de gran factura y solidez literaria. Ella explora diferentes registros para dar cuenta de un mundo y de las relaciones humanas con sus fragilidades, temores, grandes interrogantes y certezas. El primer cuento, Muy señor mío, lo plantea desde la correspondencia epistolar; el segundo, El dedo meñique, desde la agilidad de los diálogos que dan carácter a los personajes, y son notables Los viudos florecen y La salida está cerrada, que da el título al libro. En ambos escritos, la autora logra mediante una gran sencillez y precisión en el lenguaje, construir una atmósfera y un clima.
A lo largo del libro, la ironía desempeña un papel fundamental. Hay una manera de burlarse de ciertos tics de sus protagonistas y de muchas situaciones cotidianas que cobran, al verse desde de la literatura, un sentido y un significado especiales. Al tiempo, las relaciones de pareja, sus complejas situaciones, sus dramas cotidianos, se manejan con gracia y buen ritmo. El lector se siente a gusto en cada texto, porque, además, Janeth Posada demuestra que su formación en poesía y sus lecturas de poetas de todos los tiempos contagian a su manera de narrar una fuerza y un tono particulares.
Estamos, sin duda, ante una buena escritora, responsable y aguda, alguien que sabe compartir con generosidad su forma de ver las cosas, el corazón humano y las situaciones que a diario forjan el carácter. Ella encontró en el género del cuento el mejor camino para entregarnos un mundo rotundo y verdadero.