Alfabeto de infancia

Lucía Donadío, trazos de infancia

28 de mayo de 2014. Por: Maria-Dolores Jaramillo .
En Revista Aleph.

La suave prosa poética de Lucía Donadío conserva las llaves que abren la cerradura de los recuerdos. Las claves íntimas de una infancia rodeada de prohibiciones y negaciones, de imposiciones y autoritarismo, regresan una por una en sus pequeños y conmovedores trazos. Desgarramientos y despojos. Desamparo. Dolores, tristezas y frustraciones. Temores. Amores deseados. Y distintas ausencias se recuperan con valor en estos relatos de amorosas y adoloridas intimidades, sumisiones y silencios (“Filas”, “Destierro”, “Niña”).

Alfabeto de infancia es un libro de pequeños e intensos relatos. Tiene un bello y sugestivo título. La carátula y las ilustraciones, con geometrías de Oreste Donadío, nos conducen a las relojerías del pasado. Dos hermanos artistas, y muy sensibles poetas, se suman en la construcción del libro. Lucía Donadío recolecta y evoca objetos, sensaciones, sucesos, personajes y situaciones de la infancia, desde una mirada reflexiva y poética. La historia familiar, con las voces de la madre, del padre, los hermanos, la abuela y las tías, se va armando poco a poco. Y los fragmentos se suceden de la mano del abecedario y las metáforas. Historias de sometimientos, de injusticias, de soledad y abandono conforman la red de los recuerdos narrados desde la orilla.

Contiene cuadros especiales. Bellas descripciones y personificaciones. Sugestivas asociaciones y transposiciones. Importantes reflexiones. Un tono confesional y emotivo nos acerca secretos de soledad. (“Destierro”, “Luz”, “Jardín”, “Llanto”). Hay una manera muy auténtica y poética de ver, recordar y sentir, como en “Cumpleaños”. El poemario incluye textos reveladores, iluminadores, como “Barcos”, que multiplican la significación y dibujan las heridas. Otros estremecedores, como “Estatua” o “Dedos”. En este inventario silábico de recuperación de la memoria, en esta catarsis poética, encontramos algunos fragmentos de especial sensibilidad y riqueza poética como en “Hache”, “Carpintería” o “Sapo”.

Destaco tres temas de interesante reflexión: el desencuentro del afecto, el despojo y la destrucción de las ilusiones desde la infancia, y la figura opresiva de la madre prohibidora.

Sobre el desencuentro del afecto dice: “Mis ojos y mi cuerpo entero concentrados en la ilusión de que tus ojos se detuvieran en los míos” (“Vaso”), “Ningún lugar de la inmensa casa parece hecho para mí…” (“Aurora”), “Inés quedó sorda de mí (“Imán”), “Mamá hacía años había dejado de verme…” (“Orilla”), “Aurora, sol de certezas, se sentaba siempre adelante con los más grandes y cada día se alejaba más de mí.” (“Umbral”). “Las pequeñas fotos del primer álbum que hiciste al llegar…vivían en mis ojos ávidos de ti…(“Barcos”). “No sentías mi cuerpo buscándote. Tus ojos eran todos para la madera.” (“Carpintería”). “Papá te regalaba a cada instante, con los ojos poderosos del amor y la aprobación. Sus ojos eran todos para ti. (“Luz”).

Entre los recuerdos de la infancia y los de la madre cruza un tema desgarrador: el despojo y la destrucción de las ilusiones: “Tus propios sueños y los nuestros los echabas en los tarros de basura que a cada rato llenabas de cosas útiles e inútiles…” “botabas las pequeñas ilusiones que iban naciendo en casa, esas que sembrábamos en lugares imprecisos, en el dulce desorden del juego y la alegría.” (“Cumpleaños”). En esta dirección se sitúa un relato estremecedor: “Gritos”, que manifiesta la insensata e irracional persecución de los libros más queridos, y su destrucción por parte de la madre. O “Primos”, que también representa la crueldad del despojo de las ilusiones y los sueños.

Un tercer tema significativo en la reconstrucción de los patrones opresivos de la educación clásica antioqueña, es el de la madre controladora y prohibidora. “Prohibido tocar el propio cuerpo y el de los otros.” “Prohibido cerrar las puertas de los cuartos.” “Prohibido jugar en el jardín.” “Las niñas no juegan con semillas”, “las niñas no se sientan en el piso”, “las niñas no…” Una cultura represiva, del límite, la zanja, el umbral.

Este bello poemario de recuerdos amorosos y desolados, este canto herido, nos invita a fortalecer los vínculos del afecto, el juego, y la alegría.

Esta reseña fue reproducida, con información complementaria, en NTC … Narrativa