En las arenas del mundo

Grabar con un buril el azul de la tierra

13 de marzo de 2014. Por: Jorge Cadavid.
En Boletín Cultural y Bibliográfico.

En el libro En las arenas del mundo, del escritor y pintor antioqueño Oreste Donadío (Medellín, 1965), la imagen poética se funde con el lenguaje –logos– para crear y ensanchar el mundo conocido. Esta poesía gira en torno a la contemplación y la inmovilidad. Con ojos de asombro, el poeta-pintor está dispuesto a recibir la visita de lo sobrenatural.

 El poemario se divide en tres secciones: “En el inmaculado centro de la nostalgia” el escritor intenta restaurar las ciudades del sueño, las ciudades invisibles en su intacta belleza: Brescia, Perugia, Florencia, Montreal; en “Legión de ausentes” ya no habla de los lugares, sino de las personas invocadas desde el vacío. Increíble actividad de una fantasía que forja realidades aparentemente imposibles. “Con un buril azul” construye arquetipos, símbolos, emblemas de su universo interior, oponiendo la vida activa moderna a la vida contemplativa clásica.

 En las arenas del mundo, Premio Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá 2011, es un libro singular que se muestra haciéndose y tiene a la vez una sólida arquitectura plasmada en versos de apariencia asimétrica que, en el fondo, se componen disciplinadamente de segmentos consolidados por el pensamiento lúcido de un poeta-pensador.

 Libro que, asido a las circunstancias más estrictamente personales y anecdóticas, encierra un sentido valedero para todos los hombres de todas las épocas. Partiendo de la abulia sin horizontes del hombre moderno de ciudad, el poeta llega a la más desbordante proclamación de amor, anudando en apretado abrazo verbal a cuantos viven a una y otra orilla de la muerte.

 La alteridad amorosa, como lo enuncia en el prólogo el poeta Juan Felipe Robledo, da forma al gozo y la gratitud: “Alguien que ha pesado su corazón y ha descubierto dónde está lo fundamental. Poesía que nace del ojo y el oído” (pág. 13).

 Oreste Donadío señala dos vías para el poema: la alteridad amorosa como vía integradora del hombre con el cosmos y la conciencia lúcida de que en el arte –pintura o poesía– subyacen postulados de un optimismo trascendente, casi místico.

El poema es para el poeta-pintor la proyección hacia el ideal –lo sublime– como norma ética suprema de la vida.

 No basta ver –con el ojo– lo que se ve, es necesario adivinar –con el ojo de la mente– un más allá metafísico.

 El escritor intuye que en la claridad algo se mira y no se ve, algo que viene desde muy lejos.

 Con un buril azul el pintor vislumbra la redondez de la tierra, la grandeza trascendente del hombre, graba con palabras el universo, propone un destino estelar que debe proyectarse en su paso por este mundo:

El sacrificio

 Desnudo sobre gélidas lajas
ofreces al dios de la alegría
las uvas cosechadas en huertos de
ceniza,
las calladas flautas de tus huesos.
Para que en labios de tu hijo se
eleve, luminoso, el canto.

 [pág. 68]

El contacto con los otros, hace más ancha nuestra vida y constituye el taladro que al actuar continuamente en nosotros, desintegra y penetra nuestra mezquina actitud solipsista:

Otro cuerpo

 Bajo la túnica,
de sedas o de harapos,
tu desnudez presagia la ceniza
y a su vez reviste
una más honda desnudez
ajena al polvo y a la escoria.
Nunca has dejado de ser ese otro
cuerpo.

 [pág. 66]

Este cotidiano renacimiento en el otro que el poeta postula no es, por consiguiente, una aventura personal. En el hallazgo de unos cuantos símbolos capaces de connotar parabólicamente dicha situación humana es donde el texto gravita. Los mecanismos poéticos en Oreste Donadío son instrumentos de definición del mundo y siguen verso a verso adquiriendo precisión y hondura nominalista. Una investigación amplia y detenida quentransita con inteligencia por toda lanobra creativa, pictórica o lingüística del artista antioqueño.

La vocación es una inspiración o una voz interior que lo aconseja y lo requiere. La llamada de esta voz interior le habla al artista desde el color o la letra. No ordena nada. Induce a orar desde la otra orilla, su mismidad revelada. La vocación para Donadío tiene un carácter ontológico, consiste en un diálogo interior que revela la alteridad faltante desde su misma persona. La acción poética trata de establecer la integración armónica que ha de tener

el hombre consigo y con el mundo, en el lenguaje de ‘las correspondencias’.

Otoño

Y de pronto las hojas que templaron
el calor todo el verano
comienzan a quemarse, de frío, por
los bordes.
Y al caer dejando tras de sí los
ramajes desnudos,
cobrizas y ambarinas, ascuas de
una más alta hoguera,
ya han escrito en nosotros su
leyenda:
que nada permanece porque todo
es del viento y de la luz primera.

[pág. 65]

El hombre cambia de raíces. Su vocación de escribir para desnudar el tiempo de todo lo que pasa, para encontrar bajo la historia la subconsciencia de la verdad del universo, la fuente de donde brota la revelación, la palabra que conciencia su destino de poeta.

Admirable libro de creación e indagación. Suma de poder lingüístico y poder cognitivo. Palabra poética que busca la raíz, el tiempo, el transcurrir del pensamiento que esconde el corazón del creador. Conocimiento primigenio que troca siempre el misterio y nos pone en contacto con el más allá: la extrañeza. El poeta en su gnosis personal se demora en la contemplación y se deleita en la experiencia, es Lázaro renovado en el ser y en su palabra.