24 de Noviembre, 2010. Por: José Luis Ramírez León.
En El Espectador.
Para tener un retrato de cuerpo entero de Silvia Galvis, la extraordinaria periodista, escritora, y entrañable ser humano que falleció hace un año, había que unir muchas manos para trazar cada línea de su personalidad. Lucía Donadío, junto a su hermano Alberto, esposo de Silvia, contactaron a personas que tuvieron la fortuna de conocerla. El resultado, un hermoso libro de deliciosa lectura “Silvia, recuerdos y suspiros. Memorias y retrato de Silvia Galvis”, de la Editorial Sílabas.
Allí se dan cita recuerdos y nostalgias, alegrías y vivencias, conversaciones y sonrisas para plasmar un trabajo de filigrana que permite, a través de cada una de sus pinceladas, descubrir a un ser humano que se ganó un puesto de honor en la literatura y el periodismo colombianos, pero, muy especialmente, en el corazón de sus amigos, conocidos y lectores. Cada breve descripción sobre Silvia es un mundo en sí mismo y es una parte esencial para descubrirla en su real dimensión.
Su infancia y adolescencia en la Bucaramanga parroquial y pacata de los años cincuenta. La misma que recreó después en la novela Sabor a mí. Enrique Ogliastri, destaca las características más positivas de su santanderianidad: “laboriosidad, franqueza, espíritu cívico, rebeldía ante la injusticia, y la honestidad con apego a creencias y principios no negociables”. Los vivos recuerdos familiares sobre una persona que tenía un corazón que no le cabía en el cuerpo y que hacía de la solidaridad humana un credo. Se recrea también su paso por la Universidad de los Andes, donde estudio Ciencia Política, así como su ingreso a Vanguardia Liberal, el periódico de su padre, a hacer periodismo investigativo y más tarde asumir la Dirección de periódico. Luego la acogida cálida, que ella nunca olvidó, durante la época en que escribió su columna en El Espectador e hizo parte de su Consejo Editorial. Así se van entrelazando las anécdotas y testimonios de tantas y tantos amigos cercanos que se nutrieron mutuamente de una amistad de esas que ameritaba ser escrita.
Está presente en todo su compañero, amigo, coequipero, impulsor y gran amor en la vida, el también reconocido periodista y escritor, Alberto Donadío. Entre los dos formaron una pareja/ser-humano única e irrepetible. Oreste Donadío recuerda que “durante veintiséis años Silvia y Alberto fueron pareja, y en todo ese tiempo, referirse a uno de ellos sin aludir al otro parecía imposible”. Como bien lo menciona Alberto, en el hermoso y conmovedor texto que cierra el libro “… Silvia habitaba las palabras y las palabras eran su día y su noche (…) la conversación de Silvia era en doble vía, con la receptividad cálida y benevolente hacia los interlocutores presenciales o telefónicos, hacia los amigos de antes y hacia las personas que eran apenas transeúntes en su vida”. No hay mucho más que agregar.