13 de abril del 2013. Por: El Tiempo.
En El Tiempo.
Desde muy joven Róbinson Grajales tuvo la intensión de algún día poder escribir y sabía que el camino a la escritura pasa por la lectura. Por eso desde que estaba en el colegio se dedicó a devorar libros.
Cuando llegó la hora de empezar una carrera se fue por la psicología, con miedo de que si estudiaba letras, le perdería el encanto. Años después, para la maestría, escogió la lingüística, un posgrado que le permitió potenciar sus habilidades. Sin embargo, seguía siendo “un escritor vergonzante”.
En el 2011 por fin se atrevió a enseñarle uno de sus textos a una amiga, descubrió, con sus comentarios, que algo había. Así que planeó publicar un libro de cuentos para sus amigos. Pero en el 2012, sin proponérselo, ganó la convocatoria de estímulos al talento creativo de la Gobernación de Antioquia y pudo sacar su primer libro. El gato de dos caras, publicado por Sílaba Editores, aborda un problema con una prosa ágil, una narración rápida y unos personajes bien delineados.
¿De qué habla el Gato de dos caras?
Es sobre un problema que me estaba atormentando: Qué es lo que pasa en los encuentros humanos que desata agresividad y violencia. Me hice hipótesis y a cada una le empecé a construir un relato. En el camino se quedaron muchas ideas, pero en el transcurso de un año logré construir los cuentos que tiene el libro.
¿El tener los cuentos ya escritos facilitó el proceso creativo cuando ganó la beca de la Gobernación?
Creo que la vía no sea escribir para las convocatorias, porque el tiempo es muy corto, y por ejemplo en mi caso hay cuentos que salen en dos semanas, pero hay otros que se pueden demorar meses, entonces eso me parece muy arriesgado.
¿A la hora de escribir en qué público estaba pensando?
No, nunca pese en eso. Pensé en un lector más abstracto. Pensé en cómo un lector se enfrentaría a los textos míos, y me preocupé por cómo los entendería para que no abandonaran las historias.
Qué consejo le daría a las personas que, como a usted, les gusta escribir pero tienen miedo de mostrar sus textos.
Les diría que sí es necesario mostrar lo que uno escribe. Lo que disparó la elaboración del libro fue la lectura de unos amigos. Con eso me di cuenta de que el escritor necesita un buen lector para avanzar.