26 de Febrero, 2012. Por: Danilo Albán.
En Lector de Cali.
Tal vez, no sea absolutamente necesario referirse a muchos apartados académicos de las humanidades o inmiscuirse en ladrilludas o floridas investigaciones para decir que el comportamiento humano ha ido refinándose un poco y que ahora o quizá más adelante seremos mejores personas que en el pasado. Eso denota algo de evolución por supuesto y de cambios dramáticos, pues esta raza humana ha pasado (y pasa) por muchos regímenes: desde los más anárquicos hasta los más castrantes y muy sufridos estados tiránicos. Pero lo que se mantiene en las culturas es la concepción de sociedad o de humanos que se quieren representar. Y en esto, grandes filósofos, políticos, escritores y pensadores de toda la humanidad han dado sus más inteligentes propuestas, propuestas que han cambiado el curso de la humanidad. Y esto de cierta manera encierra la universalidad, porque desde cualquier parte de este planeta donde se empiece un nuevo rumbo de la humanidad esto afectará quiérase o no al resto habitantes de la tierra; aunque, es preciso aclarar que para que esto sea así, este cambio lo deben proponer las grandes potencias por ahora, occidentales; porque ¿de qué valdría que haya un cambio social en una de las tribus de África, por ejemplo?
Todo este ladrillo anterior que no tiene nada de amenazante (no pretende descalabrar ni matar) es sólo para decir que la novela de Consuelo Triviño Anzola: Prohibido salir a la calle, tiene todo el carácter universal que hace que la novela sea imprescindible y tal vez, como los buenos vinos o bebidas que destilan alcohol, sólo con el pasar de los años sea entonces un clásico universal de la literatura, que en mi concepto, ya lo es.