Octubre 11 de 2013. Por: Lucía Donadío.
En Relato del libro “Alfabeto de infancia” .
Niña
El color rosado era solo para nosotras las niñas. No podíamos antojarnos del rojo ni del verde ni del morado. Un mundo rosado y frágil nos rodeaba desde la cuna. Seguir a la mamá o a la muchacha por toda la casa, mientras barría, sacudía el polvo y tendía las camas eran mis tareas de las mañanas de vacaciones.
Bañarse y vestirse con el vestido rosado de encajes que apretaba y me daba rasquiña para estar bonita como una niña cuando venga la visita a almorzar. Los amigos de papá y mamá me pellizcaban las mejillas, me daban golpecitos en el hombro. Unos me decían que estaba muy repuesta, otros que estaba muy flaca. Preguntaban que como me iba en el colegio y cuando les iba a contestar ya estaban en otra conversación.
Almorzaba con ellos sentada como una muñeca sin hablar, sin reír, con una mano cogía el tenedor, con la otra el cuchillo. Masticaba rápido, esperando que me dejaran ir a jugar. Entonces a mamá se le ocurría mostrarles la postal que había enviado la abuela desde España, y yo tenía que ir a buscarla. Papá quería mostrarle una noticia del periódico de ayer al señor Restrepo y era yo la que tenía que ir a buscar el periódico de ayer que ya mis hermanitos habían botado. Y papá se enojaba conmigo por no haberlo encontrado.
Y luego era traer el postre que estaba en la nevera y ayudar a servirlo, ya que estas grandecita y preguntar cuantos cafés y cuantas aromáticas. Y las ganas de quitarme el vestido rosado me asaltaban a cada instante. Y después la niñera tenía que irse rápido para una cita medica y la visita no se iba y a mamá ya le estaba empezando el dolor de cabeza que le daba todas las tardes. Y entonces yo tenía que cuidar al bebe de turno que acababa de despertar y prepararle el tetero y no te quites el vestido rosado todavía, se te ve tan bonito. Y tráeme el saco que tengo frío y por favor quédate quietecita para que no me duela más la cabeza, decía mamá, antes de dormirse. Pasaba el día de vacaciones con mi vestido rosado apretando mi alma de niña.