Destierro

Narrador de lo inefable

Lunes, Junio 25, 2012. Por: Ricardo Moncada Esquivel.
En El pais – Gaceta.

Después de díez años, el escritor Fernando Cruz Kronfly desempolvó su pluma

Este famoso escitor rompió ese silencio de diez años, no con una sino con dos novelas: ‘Destierro’, presentada el pasado 1 de junio, y ‘La vida secreta de los perros infieles’, cuyo lanzamiento se hará el 29 de este mes.

Las memorias nunca acabadas de una madre siria sobre el éxodo de su familia huyendo de la guerra y el espinoso tema de la infidelidad recreado desde el sórdido ambiente de los moteles. Esos son los ejes centrales de las novelas ‘Destierro’ (Sílaba Editores) y ‘La Vida Secreta de los perros infieles’ (Mirada Malba), con las que el escritor vallecaucano Fernando Cruz Kronfly regresa al circuito editorial, tras una década de silencio literario.

Orfebre de la escritura, Cruz Kronfly ha sido considerado uno de los autores más importantes de la literatura del Siglo XX en el país y, en opinión de críticos como Eduardo García Aguilar, su novela ‘La ceniza del Libertador “es tal vez, junto con ‘Celia se pudre’ de Héctor Rojas Herazo, ‘La otra raya del tigre’ de Pedro Gómez Valderrama y ‘La tejedora de Coronas’ de Germán Espinosa, una de novelas más notables escritas en Colombia en el espacio del post-macondismo”.

Autor también de obras como ‘Falleba’, ‘La obra del sueño’ o ‘La caravana de Gardel’, el autor bugueño se ha caracterizado por su decisión inquebrantable de construir sus mundos literarios sobre una escritura que no hace concesiones al lector, que no busca entretenerlo a través de la anécdota y la palabra cotidiana, sino a través de una propuesta que convierte el lenguaje en protagonista para retar a sus interlocutores ante nuevas posibilidades estéticas.

Cruz Kronfly dialogó con Gaceta sobre los orígenes de su literatura, que en su caso resulta visceral y catártica. “Debe provenir de un ejercicio de vaciamiento que tiene razones muy ocultas”, dijo.

En su caso hay dos universos desde los cuales construye su propuesta estética en literatura. La primera tiene que ver con la infancia: “Todo ser humano tiene una herida muy fuerte producto del tránsito entre la niñez y la adultez. Es lo que el psicoanálisis llama el paso del principio del placer al principio de realidad. Uno se queda como en un limbo en el que el mundo del deseo, la fantasía y la imaginación se ve atropellado por los límites que la vida te impone para ser adulto, para madurar. En mi caso, abandonar una infancia feliz para asumir la realidad del adulto resultó muy doloroso y produjo neurosis, desasosiego, descontento permanente. Toda mi obra está situada allí”.

Y la otra patria del escritor es la de la lengua. “Es posible escribir con el lenguaje cotidiano, hacer una escritura prosaica, interesante desde el punto de vista de la anécdota y de la historia. Pero no me siento cómodo con este tipo de lenguaje, prefiero transgredirlo con una propuesta lingüística y poética. Creo que fue Octavio Paz el que dijo que la poesía era el lugar donde las palabras parece que se reunieran por primera vez”.

En el caso de su novela ‘Destierro’ Uldarico o el Habibe, que significa el amado en árabe, padece un doble destierro. El de la madre que lo expulsa de su casa por enamorarse de una mujer “no autorizada” y el de verse alejado de todos esos elementos cotidianos de la cultura Siria de la cual su madre lo nutrió y que tienen para él, entre otros, el valor de los sabores y aromas de su cocina.

Es la evocación de una casa que en la mente del autor no ha desaparecido y a diario trata de reconstruir. “Como vengo de una casa bicultural, hay una casa que nunca vi. Es aquella de la que nuestra madre nos habló durante toda la vida; era un cuento que jamás terminó. Fue la casa que ella abandonó con mis abuelos para vivir el destierro, ese proceso de desarraigo a la brava que en parte es la casa de ella y en parte es mi propia casa”, dijo el autor.

En un pasaje de la novela el protagonista reflexiona sobre el sentido de la vida: “Así que tal vez no sea mamá quien ahora espera su turno al borde del precipicio, sino más bien yo, juzga el Habibe. Por mal hijo, eso es todo. La vida es solo un montoncito de espera en la casualidad, un bulto de torpeza de cuyo triunfo habrá de brotar el terciopelo que cubre por dentro la urna del gran viaje”.

Cruz Kronfly agregó que en ‘Destierro’ se propuso hacer una escritura de lo inefable, de lo indescriptible. “El destierro tiene que ver con ese relato que durante 40 años, todas las noches mi madre recomenzaba; había algo no dicho y ese algo no dicho es lo que esta novela trata de recuperar, así que juega con lo inefable con lo indecible. Eso hace que por momentos la novela no corra o se mueva en círculos concéntricos”.

Obra infiel

Entre tanto, ‘La vida secreta de los perros infieles’, la segunda novela que presenta Cruz Kronfly, se traspone a la relación de pareja, al matrimonio, al hogar y reflexiona sobre la infidelidad como una fibra sensible de la sociedad que pone al descubierto las profundas contradicciones de la condición humana.

A través de Uldarico, Valentina y Pánfilo, los protagonistas, el autor recrea ese mundo sórdido del placer, del sudor y la refriega del amor clandestino, pone al lector como testigo impávido de la descomposición del hogar y lo confronta en torno a la esfera íntima del deseo y la sexualidad.

En un fragmento de la novela el autor dice: “Pero Uldarico era polifónico y amaba la riqueza de las diversas voces. Lo fue desde niño y lo sería hasta la muerte. Así nació, torcido de puro nacimiento. Hace años que camina sobre fuego encendido, oculto entre las sombras que él mismo alimenta. Por amor a la carne encendida. Ha decidido tomar graves riesgos durante el último año, aunque Valentina le hubiera advertido que el hartazgo de su copa no soporta una gota más”.

En opinión de Cruz Kronfy desde el mismo origen del ser humano, la punción de la sexualidad perdió su función reproductiva para dar paso a una punción sexual que tiene como finalidad el goce.

Y agregó que esa sexualidad del goce ha sido atada por la sociedad con tres candados: “La religión la convirtió en sacramento, reprimiéndola, aunque no evitó que se desbordara. La modernidad la convirtió en contrato, aprisionándola en el matrimonio. El tercer candado, quizás el más profundo y cruel, fue la promesa de fidelidad que se hacen las parejas, muy distinta de la promesa de lealtad que existe aún en los infieles. Tal promesa de fidelidad es la que hace nacer la culpa y hoy, cuando la sexualidad está absolutamente abierta y libre de muchas trabas, las parejas siguen prometiéndola hasta donde aguante.

De ahí que el infiel deba volverse clandestino o tinieblo, como se dice, porque se mueve entre tinieblas”.

La novela refleja la tragedia que esta punción significa. Hoy el arma de las parejas contra la infidelidad es la amenaza mutua y la vigilancia, y eso resulta terrible en un mundo de autonomías y libertades, en el que, sin embargo, las parejas fisgonean los celulares y los correos del otro por una situación que no es otra cosa que la herida al narciso que sufre al saber que el ser amado es feliz con otro. La víctima entonces denomina esa infidelidad como traición. Pero en el fondo la infidelidad no es una traición es un conjunto de regalos que uno se da, señaló.

Lengua conquistada

La búsqueda de un lenguaje propio, el que se elabora con la complejidad de la filigrana, comenzó para Cruz Kronfly décadas atrás en la biblioteca de su padre, un abogado libre pensador y culto. “Cuando mi padre murió vivía una etapa de fuerte identificación pues era una persona admirable. Y para no dejarlo morir del todo me metí a su biblioteca a conversar con él a través de los libros que estaban subrayados y con anotaciones en sus márgenes. Yo quería saber qué era lo que él discutía con esos autores”.

Posteriormente ocurrieron encuentros con autores latinoamericanos notables que lo sacudieron. El primero de ellos, el mexicano Juan Rulfo a través de ‘El llano en llamas’. “Me fascinó esa escritura con un lenguaje que aparentemente es sencillo, pero de una calidad poética y esa inmensa capacidad para traducir el lenguaje popular a la poesía. A partir de Rulfo lenguaje literario era para mí absolutamente distinto”.

Luego la revelación llegó de las páginas de ‘Gran Sertón: Veredas’, del brasileño Joa Guimaraes Rosa, novela que, confesó, después de catorce intentos no ha terminado de leer. “Me da pesar terminarla. Creo que es de lo más grande que hay en la literatura. Si Rulfo fue el punto de partida, Guimaraes significó para mí el detonador, por que él era la ruptura absoluta con el lenguaje convencional, al escoger el habla popular y convertirlo en maravilla. Entonces me di cuenta que había unos escritores con una propuesta estética muy fuerte, como Lezama Lima o el mismo García Márquez.”

Desde luego la literatura europea también ejerció su influjo. Lecturas como ‘La muerte de Virgilio’ de Broch, ‘La memorias de Adriano’ de Marguerite Yourcenar o el precioso texto ‘La ceremonia del adiós’, que escribió Simone de Beauvoir sobre Jean-Paul Sartre fueron determinantes para la escritura de su novela ‘Las cenizas del Libertador’, que recrea el ocaso de Simón Bolívar. “De ellas surgió esa imagen del gran hombre abandonado por el poder, acosados por la soledad, mientras el mundo sigue y ellos quedan a la deriva”, acotó.

Oficio de escritor

Luego ha venido el ejercicio del oficio, la del autor que se encarniza con sus textos. “Cada que empiezo una novela creo que estoy aprendiendo a escribir. Obviamente se adquieren destrezas con los años y uno se vuelve un escritor profesional, si bien no me gusta ese término. Pero como escritor profesional podría hacer bobadas o novelas decentes para publicar y no desaparecer del panorama. Yo me demoro en la escritura por lo mismo que exige tiempo hacer este trabajo de orfebrería con el lenguaje y puede pasar como ahora que se junten dos obras”.

Pero la razón para volver a publicar narrativa después de una década sin hacerlo tiene que ver con la manera de operar las grandes editoriales que han entrado en el campo del ‘marketing’ literario en el cual el cliente tiene la razón. “Eso significa que el escritor comienza a escribir al gusto del lector y cuando esto sucede es que salen libros como, ‘Rosario Tijeras’ ‘El cartel de los sapos’ o ‘Sin tetas no hay paraíso’ y eso para mí es un indicador muy grave, porque es una imposición sobre el juicio estético. Y es ese mal gusto patrocinado por los grandes medios uno de los males que afectan a Colombia, porque que el mal gusto implica una sensibilidad. Yo le tengo miedo a una persona que tiene mal gusto porque es un asesino en potencia”.

Ante este panorama el escritor optó por trabajar con editoriales alternativas, en este caso la española, La Mirada Malva, para ‘La vida secreta de los perros infieles y Sílaba Editores de Medellín, en el caso de ‘Destierro’. “Estas editoriales están en la resistencia y valoran las obras por su componente estético, por encima de cualquier otra consideración”.

Y esa es para Fernando Cruz Kronfly la vía a través de la cual puede hacer circular su propuesta estética, con una literatura que reta el lector que le exige altura intelectual para enfrentarse al texto. “Es una postura que mantendré hasta el final. No voy a hacer concesiones, escribo lo que quiero sin pensar en el placer del lector. Para resolver ese problema yo hice un cambio de preposición. No vivo de la literatura sino para la literatura”, concluyó.