17 de Mayo de 2012. Por: Alfonso Buitrago Londoño.
En De la Urbe.
A propósito de la nueva edición del libro Los escogidos de Patricia Nieto, les presentamos este texto de Alfonso Buitrago.
El periodista estadounidense John McPhee, citado por Norman Sims en el libro Los periodistas literarios, enumera las cosas que un escritor de no-ficción no hace: “Uno no inventa diálogos. Uno no hace personajes mixtos… uno no se mete en sus cabezas y piensa en su lugar. Uno no puede entrevistar a los muertos”.
En Colombia, tendríamos que explicarle a McPhee, pareciera que a pesar de todo necesitáramos entrevistar a los muertos. Y pedirles explicaciones, aunque a ellos no les importe (como dice Thomas Lynch en El enterrador).
En estos días de “marchas patrióticas” de repente es como si los miles de muertos de la Unión Patriótica hubieran salido a la calle a gritar sus consignas (“‘Marcha Patriótica’y‘Unión Patriótica’ suenan a lo mismo”, dijo Antonio Navarro Wolf en El Espectador–23/04/12–).
Al mismo tiempo, para explicar las formas explosivas de recientes protestas estudiantiles uno quisiera que algún estudiante desaparecido o alguno de los que ha muerto con sus propias papas bombas contra lo que les pasó. Pues mire usted, señor McPhee, solo los muertos conocen el desenlace final, aunque no les importe.
Pero para hablar con los muertos alguien tiene que entrevistarlos y aquí en Colombia una periodista, llamada Patricia Nieto, se puso a hacerlo. Esa conversación, que usted proscribe, señor McPhee, quedó registrada en el libro Los escogidos. Que le recomendamos.
Los muertos con los que conversó son desaparecidos que fueron a dar al cementerio de Puerto Berrío, después de viajar a la deriva por el río Magdalena, donde los lanzaron sus asesinos. Los habitantes del pueblo los escogen para intercambiar favores con ellos. Y los rezan y les ponen nombres, como a Milagros.
La periodista se ve tentada a escoger el suyo, pero duda: “¿Será frío el vínculo con los muertos. Con cuál lenguaje se les hablará… Seré capaz de conversar con el ánima de un desconocido. Soportaré la familiaridad con el más allá… Para qué ingresar en el mundo de los muertos de la guerra arrullados por el agua?”
Y entonces, trayendo a Milagros a su boca, se plantea la entrevista imposible, la entrevista a un muerto. No hay respuestas, tiene razón, señor McPhee; pero mire usted, uno oye a Milagros. Habla y uno entiende, aunque a ella no le importe.
- ¿Quién te dejó en este pabellón de los olvidados?
- ¿Llegaste en carreta, bestia o coche fúnebre?
- ¿Qué dijo el médico cuando exploró tu pupila?
- ¿Fue Pacho, el dueño de los muertos pobres, quien recompuso tus facciones?
- ¿Alcanzaste la bendición del cura?
- ¿Alguna mujer te rezó un responso?
- ¿Quién divisó tu cuerpo tendido en un recodo del río?
- ¿A qué horas se sorprendieron los niños con tu cuerpo como toro desollado?
- ¿Cuántas horas permaneciste en ese pozo oscuro?
- ¿Se alimentaron los peces de tu carne?
- ¿Sorprendiste a los pescadores cuando emergiste del lecho frío?
- ¿Sabe a hierro la tierra después de la lluvia?
- ¿Te acompañó la luna?
- ¿Ya se ponía el sol cuándo te mataron?
- ¿Viste la cara del asesino?
- ¿Cómo se llama aquel que ordenó tu muerte?
- ¿Suplicaste piedad?
- ¿Percibiste el sudor oxidado del que te tapó los ojos?
- ¿Buscaste compasión en el rostro feroz que te apuntaba?
- ¿Te hirió las muñecas el alambre dulce con el que las amarraron?
- ¿Rasgaron la piel de tu cuello cuando te enlazaron como si fueras una fiera?
- ¿Se quebraron tus dientes con el primer culatazo?
- ¿Oíste el quejido de tus costillas cuando se partieron?
- ¿Te obligaron a caminar sobre leña encendida?
- ¿Te ataron a la cola de un caballo?
- ¿Le dieron fuete al caballo para que volara?
- ¿Te negaron el tiro de gracia antes de cortar tus carnes?
- ¿El pánico te secó las lágrimas?
- ¿Llamaste a tu mamá en el último minuto?
- ¿Y tu alma? ¿Abriste la boca para que se fuera?
- ¿Sentiste cuando cayó en tus manos el hilito de sangre con que estaba amarrada a tu corazón?
- ¿Dónde quedaron tus ropas y tus alhajas?
- ¿Ha salido tu hermano mayor a buscarte?
- ¿Dónde quedaron tus hermanos niños?
- ¿Sigue en pie tu casa?
- ¿Ha florecido tu jardín?
- ¿Era dulce el perfume de tu padre?
- ¿Te gustaba la leche recién hervida?
- ¿Cómo se llamaba el perro que te meneaba la cola?
- ¿Eran azules tus días?
- ¿Jugabas en el regazo de tu madre?
- ¿Cómo te nombró ella?