Juan Serrano: “El periodismo investigativo puede ser material dramático”

Juan Serrano: “El periodismo investigativo puede ser material dramático”

El periodista cuenta cómo fue estar más de un año revisando archivos y metiendo sus narices en la vida de Alberto Donadío, uno de los precursores del periodismo de investigación en Colombia.

Según Juan Serrano, el resultado de “Contra el poder”, más que una biografía o un perfil, es una extensa crónica sobre periodismo y poder.

¿Por qué el título “Contra el poder”?

Ya era el límite para cerrar el libro y todavía estaba huérfano de nombre. Había sido muy difícil ponerle uno y la editora propuso “contrapoder”, y creo que sí reunía la característica principal del periodismo que ha hecho Alberto Donadío, que es fundamentalmente cuestionar el poder en sus formas políticas, financieras, y hasta el poder de los medios. Quería eso: un título cautivador y que reuniera el espíritu del libro.

¿Cómo fue el proceso de investigación?

Duré más de un año en el proceso de reportería y escritura. Empecé a escribir este libro sin saber mucho de Alberto Donadío, comenzó más como por una intuición de que el periodismo investigativo, el cómo se teje una denuncia, como se juntan las piezas, puede ser por sí mismo material dramático y un elemento para hacer crónicas. Había visto recientemente la película Spotlight y quería ver si había en Colombia un ejercicio, una experiencia similar a lo que habían hecho en el Boston Globe. La Unidad Investigativa de El Tiempo había circulado en algún momento en mi cabeza y Donadío me parecía el más interesante porque era un enigma.

¿Por qué un enigma?

De Daniel Samper había leído algunos de sus libros, sus entrevistas. De Gerardo Reyes También sabía algunas cosas. Y ellos dos se referían en términos muy elogiosos a Donadío. Pero de él no sabía nada y claramente yo representaba la ignorancia general que existe sobre quién es Alberto Donadío. Por otro lado, un amigo siempre me había hablado de esa alianza amorosa y profesional entre Silvia Galvis (exdirectora del diario Vanguardia) y Donadío.

¿Y ese interés cómo llega a ser un libro?

Porque yo estaba dejando mi profesión de abogado y tenía ganas de hacer periodismo. Dejé el trabajo que tenía en la Fiscalía, y me que a fui a vivir a Perú, con mis ahorros. Me dediqué un año a leer sus libros, a buscar muchas de las investigaciones que hicieron en la Unidad Investigativa, a hablar con Alberto largamente, hablar con Gerardo Reyes en Miami, con Daniel Samper por correo, con la hermana, con amigas, incluso con Fidel Cano hablé en algún momento, sobre el blog de Interbolsa.

¿Cuánto duró ese proceso?

Más de un año largo y, aunque, se publicó este año, había un borrador ya cerrado a finales del 2017.

¿Cómo fue la escena de su primer encuentro con Donadío?

Mi primera impresión fue que era un tipo muy serio, pero muy querido. O sea, muy amable, muy generoso. Desde que le pedí una entrevista (todavía no era un libro, porque eso era otra cosa) lo sentí muy dispuesto a contar su vida en ciertos límites. A mí me interesa fundamentalmente su faceta de periodista. Estaba muy dispuesto a hablar largo de las anécdotas de la Unidad Investigativa, de las peleas con los Santos. Me sorprendió que Donadío es un tipo muy permeado por el periodismo gringo. Me acuerdo que en su sala de estar tenía el libro The Nixon Tapes, que es la transcripción casi total de los cientos de horas de los casetes que destaparon el escándalo de Watergate en Estados Unidos.

Es decir, usted hizo periodismo de investigación sobre uno de los grandes del periodismo de investigación…

A mí me cuesta clasificar este libro de como periodismo investigativo, ponerle ese apellido. Yo no creo que haya hecho grandes revelaciones. Lo que sí hice fue un trabajo de mucha investigación, muy metódico, de hacer líneas del tiempo de su vida, de ir a la fuente directa, es decir, a las denuncias que ellos hicieron en su momento, pedir cartas de la época, fotos. Todo para tejer esa textura de realidad que quería darle al escrito. Me preocupaba mucho que llegara a ser percibido como un libro para especialistas en la comunicación.

¿Cree que logró evitar que se convirtiera en eso?

Eso era una preocupación diaria. Pero también había cosas que eran muy difíciles por el uso del lenguaje. Por ejemplo, hay un capítulo dedicado a cómo nace el derecho de acceso a los documentos públicos en Colombia, que él fue el precursor de eso. La norma existía, estaba consagra en la ley, pero no tenía efectos prácticos. Nadie la aplicaba y él fue el que la sacó de ese limbo, le dio vida.

A muchos periodistas no les gusta entrevistar a periodistas, pero su libro es periodismo sobre periodismo, ¿por qué elegir este tema?

El periodismo como tema y como fuente de historias a mí como lector me encanta. En Estados Unidos creo que es casi un género literario de no ficción, pero en Colombia no hay mucho de eso y es una pena que no lo haya. Aunque sí hay un interés de las audiencias por estos temas: A la gente le encanta darle palo a los periodistas, o cuando hay una noticia en el marco de una redacción, la gente se siente muy convocada. Pero no hay mucha información dura con datos y con testimonios.

¿Qué siente que aprendió al hacer este libro?

Yo me hice periodista con este libro. Había hecho periodismo en la universidad, pero nada muy ambicioso y este proyecto de múltiples fuentes, de mucho tiempo, de estar durante un año largo con una preocupación diaria de “¿esto a quién putas le va a interesar a parte cuatro gatos?”, es una incertidumbre absoluta. Entonces, me hice periodista haciendo este libro y, sobre todo, me sirvió a mí para proyectar mejor el tipo de periodista que quiero ser.

¿Uno como Donadío?

Sí. Yo en este proceso de estar tan cercano a Alberto, de pensar en él diariamente durante 15 meses (que es una cosa obsesiva), detecté tanto en él, como en Gerardo Reyes y en Daniel Samper Pizano, rasgos del tipo de periodista que yo quisiera emular: Esta cuestión de trabajar con archivos, de buscar temas que no son de coyuntura…

Que es más o menos lo que hace en su podcast La No Ficción…

Claro. En parte, la investigación que hicimos del padre Gallego en Panamá fue aplicar esas cosas porque estuve en el archivo de la Cancillería en Bogotá viendo las cartas que enviaba el embajador de Colombia en Panamá. Entonces eso que está muy presente en la obra de Alberto, yo lo he copiado un poco deliberadamente.

¿Qué de esos rasgos del periodismo de Alberto Donadío ve en el periodismo que se está haciendo hoy en Colombia?

La unidad investigativa tiene una relevancia porque fue el grupo pionero. Ahora, yo sí creo que hoy en día ese tipo de periodismo que ellos hicieron se hace más a menudo en las redacciones, con otros recursos, con más herramientas digitales. En pequeñas reacciones como La Silla Vacía, Cuestión Pública, sí hay esa idea de que el periodismo investigativo es el periodismo que produce impacto, que cambia la historia, que tumba gobiernos y que recibe a cambio la gratitud de los lectores.