17 de septiembre de 2014. Por: Óscar Jairo González Hernández.
En El Mundo.
De su libro Esperando tus ojos a La oración de Manuel y otros relatos, y ahora con este nuevo libro que ha titulado La espiral del alambique y otros cuentos: ¿Qué ha evolucionado o que ha transformado en su formación y su búsqueda?
“Mi primer libro fue La sonrisa trocada, (Hombre Nuevo Editores 2005), y el segundo: Todos somos amigos de lo ajeno. (Alfaguara 2010), los que mencionas son posteriores a estos dos. He tratado en este libro el tema del alcohol, que está presente en la vida de una manera muy diversa y compleja, es un elixir de la felicidad y de la fatalidad al mismo tiempo. En estos cuentos de La Espiral del alambique indago en la luz y la sombra del alcohol”.
-¿Por qué los títulos de sus libros y qué sentido tienen, que los excede o contiene con ellos?
“Los títulos son claves, sugerencias, algunos son epigramáticos, o pretenden condensar en pocas palabras algo del sentido del libro”.
-¿Cómo se da en ellos, la relación, si todavía existe esa condición para su literatura de la realidad y la ficción, que al decir de José Carlos Mariátegui: Pero la ficción no es libre. Más que descubrirnos lo maravilloso, parece destinada a revelarnos lo real?
“En mis cuentos hay una parte de realidad y otra de ficción, es lo común en literatura, en mi caso la porción de realidad es muy alta, está tamizada por un lenguaje y una atmósfera, a veces lírica, a veces cruenta”.
-Unas veces usted trata de relatos y otra de cuentos, en su constructo narrativo:¿Podría decirnos de qué se trata en unos y otros, o son lo mismo y por qué?
“Prefiero la palabra Relato a Cuento pues es más libre y está menos contaminada de preceptiva literaria”.
-¿Tiene usted necesidad e intencionalidad que para su obra haya una lector o no; usted forma o no a ese lector que también es usted?
“Siempre que se publica se busca a un lector, y hay también en la factura del texto en la calidad de lo que se escribe una criba de ese lector”.
-¿Cómo se dan en usted los nombres de sus personajes: Helena, Gabriela, etc., y qué alcance tienen para su relato o cuento?
“Los nombres de los personajes, en mi caso, son homenajes secretos a personas que son o fueron importantes en mi vida”.
-¿Cuál y cómo son las sensaciones que tiene antes de escribir, cuáles son las que le quedan después de escribir uno de sus relatos o sus cuentos y por qué?
“Son muy diversas y cambian según el texto y el momento o estado del texto. Hay unos que me satisfacen más que otros y cada vez cuesta más que me satisfagan”.
-¿Cómo y de qué carácter y temperatura son las relaciones que usted instala en sí mismo como escritor y el por qué es escritor?
“Soy escritor puedo decir: por que busco entender, celebro lo que he vivido y también conjuro al escribir”.
-¿Su literatura tiene relación con el teatro, y de ser así, es viable en y para la representación de los mismos?
“No hay nada que me indique una relación entre lo que escribo y el teatro, desde luego he leído y visto teatro y es parte de lo que tengo en la despensa, en mi formación”.
-¿Podría indicarnos tres de sus principios estéticos básicos, sobre los cuáles se desarrolla y proyecta su escritura y por qué?
“No sé si tales principios existan, y nunca me he preguntado si son tres o dos o diez. En mi trabajo hay preocupación por la calidad de las imágenes por la factura fónica del texto, por muchos aspectos estéticos pero creo que todos los escritores de literatura tienen la misma intensión: que sus textos sean buenos”.
-Es su literatura, asible y explicable desde una clasificación como: Naturalista, realista o de la violencia y por qué sí o por qué no?
“Clasificar la literatura es una forma de engavetarla, de matar lo que tiene de búsqueda de libertad y lo más grave es que estas clasificaciones no dicen realmente nada sobre un texto literario. Por otra parte le arrebatan la libertad de leer sin guías, prejuicios u opiniones al lector. A quien en este oficio hay que respetar por sobre todo”.