2 de octubre, 2009. Por: Mónica Quintero Restrepo .
En El Colombiano.
LOS RECUERDOS SON una manera de quitarle horas al tiempo. Eso hace Orlando Ramírez Casas: recorre, a través de las letras, el barrio Buenos Aires, recogiendo sus historias, su pasado y hasta sus pasos.
El sol de la mañana, en Medellín, entra por Buenos Aires. No sale. Entra. Así le parece a Orlando. Y con el sol también entran las historias. Después empieza a conversar.
“Usted me lleva a cosas muy lindas”, le dijo una mujer y luego le abrazó. Y con las cosas lindas se refería, de seguro, a un montón de recuerdos sobre Buenos Aires, ese pedazo de Medellín que lleva consigo, muchas de sus historias.
Para Orlando Ramírez, además, significó su segundo libro, Buenos Aires, portón de Medellín.
Todo empieza por esas cosas de recordar. Orlando y su primo Chepe nacieron en Buenos Aires, el mismo día y con la misma partera. Desde entonces las historias no paran, ni siquiera sesenta años después, cuando todavía recorren juntos esas calles. Bien, ahora lo hacen, y lo dice el escritor, “a la caza de recuerdos”.
Y en esas tardes de tertulias, Chepe, en un comentario suelto, le preguntó a Orlando que por qué no escribía las historias de las que tanto hablaban.
De esa día hacia acá, fue todo un enamoramiento, casi como devolverse en el tiempo y revivir el Buenos Aires de los años 50, 60 o 70, pero también, y lo aclara él, de mucho antes y mucho después.
“A medianoche me despertaba con alguna idea, una nueva pista que me llevaba a otra”, indica Orlando.
El libro es una crónica urbana, sin ficción. De ahí que durante varios años se dedicara a investigar, a leer, a sentarse a tomar café, a buscar a esos personajes de la época, a encontrarse con los recuerdos y eso sí, a escribir.
“Yo conocí a Buenos Aires con el libro. Había ido, pero nada más y es sorprendente. Con tanta historia, con tanto recodo de sentimientos y de recuerdos… ahora me siento un poco de Buenos Aires”, cuenta Lucía Donadío, editora del libro.
Buenos Aires, portón de Medellín es la historia de un barrio que tiene, como lo escribió en el prólogo Luciano Londoño López, “el doble efecto de ilustrarnos y llevarnos por el camino de la nostalgia”.
Al principio el libro es una historia de ese barrio de los amores de muchos, incluso con detalles insondables de cada cuadra, porque “cada una vive su historia”. Luego es un texto de los barrios aledaños e, inevitable, una historia de Medellín.
Ahora recuerde (o lea por primera vez si es el caso) el vals argentino Bajo un cielo de estrellas: Mucho tiempo después de alejarme,/ vuelvo al barrio que un día dejé, / con el ansia de ver por sus calles/ los viejos amigos, el viejo café…
Buenos Aires, el barrio y el libro, son toda una canción. En las letras hay unos ochenta temas del repertorio de Orlando. Así los recuerdos entran más suaves y el mapa de Buenos Aires se va haciendo palabra, pero sobre todo, un relato que Orlando cuenta, como si hablara, como si sentara al lado, a conversar, a él que, ironía, no le gusta conversar.
Dice en algún lugar del libro: Ese Buenos Aires está sólo en la memoria, madre. Como dijo Heráclito de Éfeso, lo único permanente es el cambio, y Buenos Aires ha cambiado(…) Ya no encuentra su gente porque la mayoría ha muerto y otros se han ido. Sólo queda el pasado.
Servicio y utilidad
Una sílaba muy editorial
Durante muchos años Lucía Donadío estuvo soñando con Sílaba Editores, sello que editó el libro Buenos Aires, portón de Medellín . Ella quería una editorial que fuera suya y así ser más autónoma y más ágil en las decisiones y darle, además, un espacio importante a la literatura, a la poesía, al ensayo. Lucía es editora desde hace muchos años, un oficio que disfruta, que le encanta y que sabe, también se ha ido perdiendo. De ahí otra idea para darle rienda suelta a crear su editorial: “El editor debe recuperarse, ayuda mucho y es, sobre todo, un lector muy bueno”. Y aunque puede ser una idea medio loca, está convencida de que “los libros buscan sus lectores”.