21 de abril de 2013. Por: Pastor Virviescas Gómez.
En El Espectador.
Alberto Donadio habla de su más reciente publicación, ‘El cartel de Interbolsa. Crónica de una estafa financiera’. Una investigación sobre el mayor escándalo financiero de los últimos años en Colombia.
Por lo que se sabe, parece que las únicas personas honorables, no sancionadas, ni expulsadas, ni bajo sospecha, que trabajaban en Interbolsa eran los vigilantes y las señoras que servían los tintos”, dice el periodista Alberto Donadio.
Esta afirmación la formula en su libro El cartel de Interbolsa. Crónica de una estafa financiera (Editorial Sílaba, 175 páginas), el cual será presentado en la Feria del Libro de Bogotá por sus colegas Vladdo y Gonzalo Guillén con el acompañamiento de algunos de los estafados, el 26 de abril a las 8 de la noche en el salón Álvaro Cepeda Samudio de Corferias.
Habla el experimentado investigador, fundador de la Unidad Investigativa de El Tiempo junto a Daniel Samper y Gerardo Reyes, columnista de El Espectador, responsable del blogs.elespectador.com/interbolsa/ y autor de libros como Banqueros en el banquillo, ¿Por qué cayó Jaime Michelsen?, Los farsantes, Los hermanos del presidente, El uñilargo: la corrupción en el régimen de Rojas Pinilla y Guillermo Cano, el periodista y su libreta.
Según el calibre de su señalamiento inicial, ¿‘es tan escandaloso el escándalo’ de Interbolsa? ¿Esto era una cloaca?
Es tan escandaloso porque los administradores de Interbolsa incurrieron en conductas que son totalmente abusivas en el manejo del dinero ajeno. Seguramente si se hubiera sabido lo que hacían, los clientes jamás habrían ido a llevar plata a esa comisionista. El engaño estaba muy bien montado, porque estaba amparado por la principal comisionista de la Bolsa de Valores.
Quien lea esta entrevista no necesariamente es un conocedor del tema. ¿Cómo sería un ‘Interbolsa para dumies’?
Lo que sucedió es muy sencillo: los clientes que habían ido a Interbolsa a colocar una plata en inversiones seguras, con rentabilidades normales, fueron estafados, pues el dinero fue utilizado en inversiones especulativas y de alto riesgo que beneficiarían a los dueños de Interbolsa en una especulación con acciones de Fabricato. Entonces fue simplemente un engaño: clientes que estaban buscando seguridad para su plata, terminaron invirtiendo sin saber en cosas que eran de muy alto riesgo y que se quebraron.
¿Quiénes fueron los protagonistas de esta ‘película’ y qué papel desempeñaron?
Las personas que por lo que se sabe ahora son los protagonistas principales de la quiebra son: Rodrigo Jaramillo, fundador de Interbolsa y presidente; Jorge Arabia Wartenberg, vicepresidente financiero; Álvaro Tirado Quintero, presidente de la comisionista, y Mauricio Infante, que era el que manejaba las carteras o fondos colectivos. La responsabilidad de ellos hoy, a seis meses de la intervención, está clara y demostrada, y su participación en decisiones que implicaban desvío de los fondos de la gente, en actividades ilegales como fue tomar setenta mil millones de una cartera colectiva para pasarlos a la casa matriz de Interbolsa. Hay otros muy importantes en esa película, pero cuya responsabilidad en la quiebra todavía habría que definirla. Serían Tomás Jaramillo, quien no tenía un cargo dentro de la comisionista, hijo del dueño, y uno de los dueños del Fondo Premium, donde se perpetró una de las estafas más grandes, que suma trescientos mil millones de pesos que no están, que no se pueden recuperar y que lo que se recupere va a ser mucho menos de la mitad. También Juan Carlos Ortiz, como fundador y administrador durante muchos años del Fondo Premium, y una persona que tuvo una importancia vital en el crecimiento de Interbolsa, que había sido al principio una firma de bolsillo sin ninguna trascendencia y que creció gracias a la habilidad de él, habilidad que no siempre se identifica con la ortodoxia financiera.
Su libro no acaba de salir y la revista Semana publicó “Interbolsa: la caja de Pandora. Serios indicios de una posible captación ilegal de dinero le darían un vuelco a este caso”. ¿Este es una historia de nunca acabar?
Sí, porque no ha sucedido lo que sucede en otros escándalos financieros: que es que se llevan presos a uno, a dos o a tres y ellos cuentan lo que realmente pasó y acusan a los otros. Como la Fiscalía no ha detenido a nadie, pues hay muchas cosas que no se saben y que explotarán después. Cosas que eran secretas y que las manejaba un grupo muy restringido de personas, menos de diez, por lo que es muy difícil averiguarlas sin que alguno de ellos las cuente.
Si alguien vende una rifa ‘pirata’ en Vichada, pues se puede decir que por allá no hay nadie que lo controle. Pero en un caso de la magnitud de Interbolsa la pregunta es: ¿Qué hicieron la Superintendencia y la misma Bolsa de Valores de Colombia? ¿O se hicieron los de la ‘vista gorda’?
Pues esas son las preguntas que se hacen las víctimas: ¿Dónde estaba la Bolsa de Valores? ¿Dónde estaba la Superintendencia? Porque el golpe para las personas que perdieron plata es doble, ya que no estaban buscando inversiones de riesgo y porque habían invertido en una firma vigilada por la Superintendencia y la más grande de toda la Bolsa. Entonces no conciben que los hayan estafado, que les hayan dicho que estaban invirtiendo en papeles de renta fija cuando eso no era cierto, que estaban invirtiendo en distintos países del mundo cuando todo estaba concentrado en Fabricato, entonces la conclusión a la que llegan las víctimas es que ese aviso de “Vigilado Superfinanciera” no vale nada, porque no estaba vigilado y esto se detectó en una etapa inicial y la Superintendencia lo dejó pasar, y lo más grave es esto: los señores de Interbolsa tenían fama en el sector financiero de hacer cosas que otros no hacían.
¿A los miles y miles de ‘tumbados’ quién podrá defenderlos?
El problema es que la mayor parte de la plata se esfumó. No es que alguien se la llevó o la tiene en un ‘paraíso’ fiscal, sino que se esfumó en una apuesta financiera por Fabricato. Entonces quien va a responder, pero dentro de muchos años, es la Nación, pagando las demandas por daños en el servicio, porque aquí hubo una falla en el servicio. Cuando a uno le dicen “Vigilado Superfinanciera”, y eso es lo que el cliente oye en la radio, ve en los avisos de prensa, en la publicidad de los comisionistas, es porque hay implícito un aval de protección que el Estado da, precisamente para diferenciar esas firmas de las ‘pirámides’ o de las captadoras ilegales que funcionan en la calle.
Algunos clientes desesperados por la situación optaron por medidas extremas como el suicidio, pero también hay optimistas que están confiados pensando que les van a devolver todo el dinero.
Hay algunas inversiones donde hay una recuperación visible, pero son muy limitadas. En los bonos de Luxemburgo está todo perdido, que son cincuenta millones de dólares; en el Fondo Premium probablemente más de la mitad está perdida y esos son trescientos mil millones de pesos; las operaciones no autorizadas que les hicieron a muchos clientes, eso probablemente está perdido; repos sobre Interbolsa están perdidos; acciones de Interbolsa valen cero. Entonces hay algunos casos de algunas carteras donde de pronto la pérdida es de un veinte por ciento, pero en general los de Interbolsa hicieron moñona en contra de los clientes, porque arrasaron con un patrimonio gigantesco, y lo más grave es que no perdieron los clientes que habían ido a Interbolsa a buscar inversiones de riesgo —o sea acciones—, porque a ellos todas sus inversiones se las traspasaron a otras comisionistas; fue a las personas que estaban buscando renta fija, inversión segura.
Usted suelta cifras de 70 mil millones de pesos, 300 mil millones, 50 millones de dólares… si tuviera que sumar, ¿cuánto superaría?
¡Un millón de millones!, y es posible que sea más. Y luego hay por ejemplo otra estafa que es gravísima, que fue la que se cometió el año pasado cuando Rodrigo Jaramillo empezó a decir que iban a vender la comisionista. Como han vendido partes de comisionistas en Colombia a bancos chilenos y brasileños y como Interbolsa iba a bien y como era la firma más grande, muchos inversionistas pequeños que tenían veinte millones, cincuenta millones, compraron acciones. Toda la información pública que se daba a conocer sobre Interbolsa era buena. Si se vendía, obviamente esa inversión iba a valer más, y ahora resulta que eso fue parte de la estafa.
¿Qué tanto influyó en su motivación para escribir el libro el blog que le propuso Fidel Cano —director de El Espectador— una vez estalló el escándalo?
Totalmente, porque las historias de los damnificados me permitieron conocer el caso, y la motivación de escribir el libro es contar lo que le pasó a esta gente, que además el Gobierno no la protegió a tiempo y ahora los está tildando de evasores fiscales, les está diciendo que vayan a reclamar a Curazao y los sigue desprotegiendo.