20 de octubre de 2018. Por: Juliana Ramírez.
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Una hermosa y sincera carta para Helena, protagonista de Y por favor, miénteme.
Querida y estimada Helena:
No es casualidad que reciba usted de mi parte un saludo solemne, pues aún habiéndola conocido recientemente, la aprecio como si la reconociera de siempre.
Quiero contarle que antes de escapar del hospital y después de haber tomado usted la decisión de irse, encontré en su escritorio aquel papel viejo, la pluma azul y la carta de Dionisio hecha pedazos. Entendí, entonces, por qué nunca le dio respuesta, es usted incapaz de mentir; y aún así fue usted a hacer parte de esa mentira que sintió verdad y por ello decidió seguirla; sin embargo, lo sensato de la justa vida es que de alguna u otra manera nos deslumbra la realidad para aclarar nuestros criterios, nuestras verdades, y así mismo cambiar, para no ser el artífice de la falsa percepción, más sí el partícipe de la justicia general, demeritando toda clase de olvido e inercia a la sumisión.
Por todo esto me animo a hacer llegar a usted esta carta, porque la admiro, Helena, porque siento que su vida se parece en algo a la mía, inclusive en aquel detalle del encerramiento, sólo que yo al enfrentarme a esa situación lo que hice fue huir despavorida, y créame que huí con tanta convicción, que ahora, encontrándome en Italia en medio de un cultivo de olivos, expreso hacia usted el valor de su convicción por la justicia que tanto complementó la de Henrique. Por favor, envíe un gran saludo de mi parte a Roldán y mis condolencias por la pérdida de nuestro camarada Severo.
Sepa usted que esta es una de las cartas más sinceras que manifiesto, Helena. Que recurro a ella hastiada de la habitualidad, rogando y pidiendo a mi timidez disfrazada de anonimato que permita la posibilidad de salir a la luz pública y que no me asuste en el engaño que eso mismo representa dentro de mis verdades ocultas.
Consérvese usted buena y créame siempre su amiga sincera,
Juliana Ramírez