24 de Noviembre, 2010. Por: Redacción Semana.
En Revista Semana.
Como una manera de honrar la memoria de Silvia Galvis se invitó a varias personas a escribir sobre ella. El libro reúne recuerdos y anécdotas de su familia, amigos y colegas.
Se cumple un año de la muerte de una de las periodistas y escritoras más agudas del país. El libro ‘Silvia, recuerdos y suspiros’, un homenaje que hacen sus amigos, colegas y familiares.
Silvia Galvis hoy estaría cumpliendo años. Y en la víspera del que sería su aniversario numero 65, la editorial Sílaba lanzó en la biblioteca del Gimnasio Moderno el libro ‘Silvia, recuerdos y suspiros: memoria y retrato de Silvia Galvis’.
Se trata de un homenaje a esta columnista, periodista y escritora santandereana que falleció el 20 de septiembre de 2009, y en el que casi sesenta personas que la conocieron de una y otra forma, desde su esposo Alberto Donadio, hasta Nohemy, su empleada doméstica, escriben sobre quien fue ese ser tan especial y relatan recuerdos muy particulares de su relación con ella.
De su vida en Bucaramanga, habla Enrique Ogliastri, por muchos años profesor de Administración de Empresas de la Universidad de los Andes y actual profesor del INCAE en Costa Rica, quien fuera uno de sus más entrañables amigos: “Nos sentíamos incómodos, no encajábamos en la ciudad, y a pesar de tener familia y amistades cercanas y afectivas, no era este el ambiente en que queríamos vivir. Nuestra conversación era una burbuja, un mundo diferente; el baile, y en general la vida bumanguesa se volvían tolerables por nuestra complicidad y humor”.
Conny Olaya, su amiga del alma, cuenta que hablar con ella era como “hablar con un espejo, sin tapujos, pero contando con la comprensión y sin la critica”. Nohemy, quien trabajó en su casa desde 1979 dice que Silvia era “tan sencilla que no le interesaban los lujos, el maquillaje y nada parecido; para ella había cosas más importante como ayudar a la gente, escucharla, se preocupaba por el bienestar de todos, estaba en contra de las injusticias”.
De su talante de periodista María Teresa Ronderos dice que Silvia era “irreverente, de independencia indómita y un carácter tan recio para decir lo que pensaba, como suave con la gente que quería”.
Gerardo Reyes, del Miami Herald, quien conoció a Silvia por los gajes del oficio, la compara con Lincoln Steffen, periodista rastrillador de Estados Unidos de principios de siglo pasado. “Ella tenía claro que los primeros brocados del entramado de la corrupción a escala nacional se tejían en los pasillos de las gobernaciones departamentales y en las alianzas siniestras de los políticos locales”.
De su faceta de escritora quedan importantes textos, como lo señala Eduardo Muñoz Serpa, abogado y columnista: Colombia Nazi, El jefe supremo, Viva Cristo Rey, Sabor a mi, Los García Márquez, De parte de los infieles, Soledad, conspiraciones y suspiros, La mujer que sabía demasiado, De la caída de un ángel puro por culpa de un beso apasionado y su última obra, un mal asunto. “Es una faceta tan apasionante en ella como lo fue su trabajo en la Unidad Investigativa, como lo fueron sus columnas de opinión, sus editoriales, como fueron las noticias que maceró e indicó a los redactores y les guió sobre cómo enfocarlas y volverlas letra escrita”, dice.
De Alberto Donadio, también investigador y periodista, y su gran amor, hay este recuerdo: “sí, Silvia fue periodista, novelista e historiadora, pero antes de la letra impresa de sus artículos y de sus libros, existía un copioso, exquisito, espléndido e infinito torrente verbal. Tenía tantas palabras en su memoria y en su alma… Escuchándola cuando hablaba, como la escuché durante más de veinticinco años, yo –prosaico abogado titulado y jamás inscrito-, me sentí siempre desposeído de palabra y deslumbrado por las suyas”.