Diciembre 17 de 2015. Por: La Opinión.
En La Opinión.
Hoy, la Academia de Historia de Norte de Santander desvirtúa dicha máxima en la persona de Alberto Donadío Copello, a quien le impondrá en sesión solemne la medalla “Premio a toda una vida”, que se otorga todos los años, por esta fecha, a un nortesantandereano ilustre, que de alguna manera haya hecho quedar bien a nuestro departamento.
Porque a Cúcuta se le conoce en el interior del país, por ser una ciudad llena de árboles y de pimpineros, que vive, sobrevive y muere según sea el precio del bolívar, y que soporta de primera mano las poposeadas de los presidentes de la “hermana” Venezuela y los olvidos reiterados de nuestros gobernantes.
Nadie hace nada por la región, se nos secó el Pamplonita, la maqueta de Gramalote acaba de ser inaugurada otra vez, el Cúcuta volvió a la B y nuestras carreteras a los pueblos siguen siendo caminos de arriería.
Nos faltan líderes, voces, verraquera.
Sin embargo, de cuando en cuando aparece algún cucuteño que saca la cara entre nuestra mediocridad y que con sus logros hace quedar bien a nuestro departamento.
Es el caso de Alberto Donadío Copello, escritor muy leído, periodista premiado, historiador de altas luces, abogado e investigador de profundas conocencias.
Por sus apellidos uno sabe que por sus venas corre sangre italiana, de los italianos que ayudaron a reconstruir nuestra ciudad después del terremoto.
E indagando un poco más, uno descubre que es bisnieto o algo así, de Francisco de Paula Andrade, el arquitecto que tiró los cordeles para hacer los trazados de la nueva Cúcuta, después del pavoroso sismo.
Y haciendo honor a su estirpe, ha sobresalido en los campos de la intelectualidad colombiana. Lleva publicada una catorcera de libros, con los que ha ganado también una catorcera de premios, y con los cuales ha entrado a la galería de los famosos.
Donadío no tiene pelos en la lengua para cantarle la tabla a quien haya que cantársela, ni le tiembla la mano para escribir a calzón quitao lo que considera que debe escribir.
Por algo fue de la Unidad investigativa de El Tiempo, con Daniel Samper Pizano. A más de uno hicieron temblar de culillo las investigaciones y las denuncias públicas de Donadío y Samper.
La banca le teme, los corruptos le huyen, los políticos lo respetan y los depredadores del medio ambiente lo miran con recelo. Pero por otra parte, sus amigos lo quieren, sus lectores lo buscan y sus admiradoras le piden autógrafos.
Sencillo, cordial, no se da ínfulas, ni se cree la vaca que más leche da. Y eso lo hace más grande. “No eres más porque te alaben, ni menos porque te vituperen”, parece ser la norma sabia de Tomás de Kempis, por la que se guía Alberto Donadío.
Pues bien, a ese cucuteño, hoy, en un aniversario más de la muerte del Libertador Simón Bolívar, le impondrá la Academia de Historia la máxima condecoración que confiere todos los años, junto al reconocimiento que se le hará al historiador Fernando Vega Pérez, quien hoy será declarado Miembro Honorario de la Academia.
La postulación de Donadío la hicieron los académicos Cristina Ballén Spanochia y José Antonio Amaya, postulación que acogió la Junta Directiva por unanimidad. Por eso esta tarde, a las 4, en el auditorio de la Cámara de Comercio, sus paisanos le diremos: “Buena esa, Alberto, siga escribiendo sabroso y de vez en cuando échenos una manita en sus escritos. Yo veré”.