El título sibilino : In girum imus nocte et consumimur igni me llamó la atención enseguida. No sabía qué significaba, pero el nombre del autor : Guy Debord, terminó de decidirme ese día que miraba la cartelera de un cine en la Place de la Contrescarpe en París.
« Vaya, vaya, una película del famoso situacionista », me dije en el mismo momento que me resolvía comprar una entrada para la próxima sesión. Después de tomarme un café en un bistrot de la plaza, pues tenía aún un poco de tiempo, me acerqué a la taquilla en la que una señora sentada tejía algo para ayudarse a pasar el tiempo.
« Una entrada, por favor. ¿Cuánto es ? »
Vi la sorpresa en su rostro antes de que me respondiera :
« Ah, fíjese usted. Pensábamos cerrar el cine, pues nadie ha venido durante todo el día. ¿Quiere realmente verla ? »
En ese momento fui yo el sorprendido, y le contesté sin vacilar, esbozando incómodo una sonrisa
« Claro está. ¿Porqué ? »
« No , discúlpeme. Es que como nadie ha venido… Voy a hablar con el proyeccionista. No se preocupe. »
Cogió un teléfono interno y soltó la frase : « tenemos un espectador. Un señor quiere ver la película. »
Después me dio un pequeña cartulina rectangular impresa, con puntas equidistantes en ambos bordes, en el momento en que le entregaba el dinero.
« Gracias. »
« Gracias a usted. »
El cine estaba totalmente vacío y un poco en la penumbra. Me senté en una fila de la mitad de la sala y esperé unos cortos minutos hasta que se prendió la pantalla y empezó una película que nunca olvidaré. No sólo por su contenido absolutamente vanguardista, para clasificarla de alguna manera, torpe, sin duda, sino asimismo por la sensación sentida a lo largo de la hora y cuarenta cinco minutos que duró. Durante todo ese tiemp no dejé de decirme.
« Una película proyectada para mí solo… Y qué película… Oh, là.
Relato esa pequeña anécdota para expresar lo que me despiertan los cinco años de existencia de Sílaba Editores. Esa hora y cuarenta cinco minutos confrontado yo en la soledad de la sala a una película inclasificable y desconocida de un autor más o menos por el estilo, es una metáfora aproximada de lo que una editora como Sílaba representa.
Sílaba Editores es una perla pura proyectada en la sala íntima de nuestra lectura solitaria. Cada libro que saca es una lucha contra el silencio que rodea a cantidades de autores que no piden sino una cosa : que se los lea y punto. Como todo autor, por supuesto, pero sin el ruido y bombos y platillos de las grandes editoras.
Esas que no pisan sino terreno seguro. Que no toman ningún riesgo. Que formatean a sus autores a punto de publicidad –internacional, monopolística, como se debe en este mundo de hoy–, exprimiéndolos como limones a tirar en caso de que las ventas decaigan.
Sílaba Editores, una perla pura. No hay duda.
¡Feliz cumpleaños!
Ah, y que ¿qué significa el título de la película ? Pues algo así como : « damos vueltas en la noche y somos devorados por el fuego ». Exactamente como cuando leemos un libro.