Abril de 2024 I En: Altazor Revista electrónica de literatura I Por: Omar Castillo
En la poesía escrita en Colombia, los poemas de Anabel Torres muestran una de sus líneas características, como es la del automatismo instantáneo, práctica que busca para el poema aprehender el instante cotidiano como representación de la realidad. Quienes practican tal escritura acuden a un decir con el cual encabalgar las palabras en imágenes familiares para el lector, en secuencias donde el lector encuentra representado el consumo de su imaginario, el aliento de sus rutinas. Empero, lo particular en los poemas de Anabel Torres, se da cuando consiguen que en la instantaneidad de su dibujo se presente también la extrañeza que rodea la realidad que representan, haciendo que algunos de sus versos rebasen lo anecdótico adentrándose en la otredad de lo coloquial, entonces la llaneza conseguida deja pensar en los inicios de la escritura poética castellana, cuando esta se deslizaba por los filos de la realidad explorada, buscando las formas y las maneras de una dicción para poder nombrarla, aprehenderla en lo instantáneo de su suceder, en lo variable de su carácter, en lo incógnito de su misterio. En Colombia, algunos de los poetas más visibles de este automatismo instantáneo son: Rogelio Echavarría (Santa Rosa de Osos, Antioquia, 1926, Bogotá, 2017), con su libro El transeúnte (1964), Mario Rivero (Envigado, Antioquia, 1935, Bogotá, 2009), con su libro Poemas urbanos (1963) y María Mercedes Carranza (Bogotá, 1945-2003), con su libro Vainas y otros poemas (1972). Automatismo instantáneo que se hace evidente en toda la producción de estos tres poetas.
En noviembre de 2018 la colección Poesía letra a letra, publicó de Anabel Torres (Bogotá, 1948), el poemario ¿Y la alegría?, donde la poeta recoge una muestra de poemas de sus libros: Casi poesía (1975), La mujer del esquimal (1981), Las bocas del amor (1982), Poemas (1987), Medias nonas (1992), Poemas de la guerra (2000), En un abrir y cerrar de hojas (2001), Wounded water / Agua herida (2004) y Human wrongs (2010). El poemario incluye dos textos de presentación, uno es de Jaime D. Parra, donde nos dice como los poemas de Anabel Torres suceden en una “lengua de transiciones entre lo vivo efímero y lo permanente inquietante”. El otro es de Lauren Mendinueta. Con esta antología Anabel Torres celebra sus 70 años de vida y los 43 desde la salida de su primer libro Casi poesía.
Los poemas de Anabel Torres se solventan en lo cotidiano coloquial de la vida, en lo cotidiano coloquial causado por lo enrarecido de la muerte y entre estas márgenes, ella tensa el arco que impulsa su escritura hacia los signos de la viva memoria donde asume los recuerdos que la acechan hacia las sombras que cunden en sus sueños y en su despertar, a las voces destiladas por estas: “Soy / canto en la garganta poderosa de la vida / canto / a pesar de mí / por todos los rincones de este oficio / de ser hombre / o mejor aún / mujer // abierta a la muerte / porque de la muerte / parió / la vida”. Así, saboreando el saber de la memoria, la poeta busca digerir los recuerdos que penetran su noción de la vida, el suceder de sus rutinas.
En “Si quieres conocer un poema”, nos da noticias de su poética, de cómo se entrega al automatismo instantáneo que le permite tomar lo cotidiano, tal como quien encuentra en una veta la materia para la elaboración de sus versos:
“Si quieres conocer un poema
camina por el parque
después de la lluvia mirando los huequitos en las aceras
llenos de agua que brilla
mira el atrio de la iglesia ensartado de rodillas
el vendedor de flores en cuclillas taciturno
vendiendo pedazos de su parcela
escucha la música de Mozart y la música toda
toca la tierra floja
detente a mirar los tenis que venden en las vitrinas
recorre los pasillos de las clínicas
donde todos se miran entre sí
con ojos muertos”
Este poema, tomado de su primer libro Casi poesía, es un aliento permanente en toda la producción de Anabel Torres, podría decirse que es un “santo y seña” para ingresar a su ambiente poético, a ese coloquio donde lo común y lo extraño se encuentran cotidianamente.
En el poema que da título a la antología, nos encontramos con una alegría interrogante ante los momentos que la vida ofrece, ya sea para abrirlos o cerrarlos en la nitidez o en lo abrupto de los dones que traen, o para arrojarlos a las ascuas donde significan: “Los peores momentos una siempre logra, / con honda finura / o aunque sea a los trancazos, superarlos…”. Para terminar insistiendo: “yo lo he logrado / virtualmente / todo. // Pero ¿y la risa? / ¿Y el cuerpo? / ¿Y este poder pensar? // ¿Y la alegría?”. Así, la voz de la poeta nos detiene en un instante de sus dudas ante el perplejo espejo de su piel hecho de amores y desamores, de su cuerpo vuelto sobre la mesa de disección de la realidad memoriosa. En otro poema, “Las bocas del amor”, encontramos estos versos:
“He visto mujeres y hombres
colgando de ganchos
en las blancas paredes de refrigeradores
metálicos, listos para la autopsia.
No he podido olvidar
el tinte amarillo naranja de sus pieles.
Jamás
por mi propia mano
me colgará el corazón de una percha”.
Y en “Agua de amor” nos encontramos con un poema lustral, con el pedido de quien sabe que el amor es su fuente y para mantenerse en su camino, está dispuesta a atravesar un tramo solitario de su vida. Este es un poema escrito como quien elabora la punta de una flecha que ha de impactar en su propia integridad:
“Agua de amor,
palabra,
multiplícame.
No importa si yo lloro,
si atravieso la fiesta
solitaria.
Agua de amor,
no te me seques.
No me deje tu asedio.
¡No me dejes!”
Esta antología de Anabel Torres nos aproxima por los claroscuros de su hacer poético, por los instantáneos dibujos de sus poemas vueltos espejos de la cotidianidad voceada por lo coloquial, ya en sus rutinas y extrañezas, ya en el abrir y en el cerrarse de sus instantes, y en ellos la piel palpitante de los murmullos memoriosos de la realidad, el suceder de una sociedad que consume y es consumida, que se reconoce al mismo tiempo que se desfigura, mientras se guarda en los escaques de su tiempo vuelto intemperie.
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*Omar Castillo, Medellín, Colombia 1958. Poeta, ensayista y narrador. Algunos de sus libros de poemas publicados son: Huella estampida, obra poética 2012-1980 (2012), Tres peras en la planicie desierta (2018), Limaduras del sol y otros poemas, Antología (2018) y Jarchas & Escrituras (2020). Su obra también incluye el libro Relatos instantáneos (2010), la novela Serafín (2022) y los libros de ensayos: En la escritura de otros, ensayos sobre poesía hispanoamericana (2014 y 2018), Al filo del ojo (2018) y Asedios, nueve poetas colombianos (2019). De 1984 a 1988 dirigió la Revista de poesía, cuento y ensayo otras palabras, de la que se publicaron 12 números. De 1989 a 1993 dirigió la colección Cuadernos de otras palabras, de los que se publicaron 10 títulos. Y de 1991 a 2010, dirigió la Revista de poesía Interregno, de la que se publicaron 20 números. En 1985 fundó y dirigió, hasta 2010, Ediciones otras palabras. Poemas, ensayos, narraciones y artículos suyos son publicados en libros, revistas y periódicos impresos y digitales de Colombia y de otros países.
Contacto: om.castillo58@gmail.com
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