Dayana Holguín reseña “La noche dice nunca”, una apuesta poética que emerge como una obra cautivadora de la autora Camila Melo.
12 de febrero de 2024 I Por: Dayana Holguín I En: Publimetro Opinión
“Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura”, expresó en alguna oportunidad la gran Alejandra Pizarnik. Muchos años después, estas mismas palabras perduran, florecen y encuentran un eco en la poesía de Camila Melo Parra, una poetisa bogotana que, a través de su primer poemario, “La noche dice nunca”, invita a los lectores a explorar las profundidades del alma y sumergirse en un universo poético donde las palabras se convierten en la herramienta ideal para exorcizar, reparar y sanar aquellas heridas tan profundas que no llegan a convertirse en olvido y que solo a través de la literatura logramos reconocer.
De la mano de Sílaba Editores y bajo el cuidado editorial de Lucía Donadío y Alejandra Toro, llega “La noche dice nunca”, una apuesta poética que emerge como una obra cautivadora en la que se retratan con gran maestría las complejidades de la existencia humana. El lanzamiento del libro destaca en la escena contemporánea a Camila Melo, quien levanta esta utopía hecha realidad como un faro luminoso en el paisaje de la poesía actual.
En este libro, Camila teje una colección de versos que abordan temas tan universales como el amor, la desesperanza, los sueños y el deseo. Experiencias que, pese a su aparente cotidianidad, en algunas ocasiones logran resonar en almas profundamente sensibles, esas que perciben que todo aquello que nace desde los sentimientos conlleva algo de milagroso. Es precisamente esta capacidad de transformar lo normal en extraordinario la que se plasma en cada uno de estos cincuenta poemas, dejando un rastro indeleble en los sentimientos, el espíritu y el cuerpo mismo. “La noche dice nunca” nos revela que todo lo que se necesita para desafiar nuestra propia oscuridad y lograr perdurar en este mundo son algunas palabras, abismos, “tinta y tiempo”.
La musicalidad de los versos añade otra capa de profundidad a la obra. Un elemento con el que la autora invita a los lectores a sumergirse en un universo en el que la expresión más genuina de las emociones se convierte en luz para afrontar el camino. A lo largo de las páginas, la autora juega con ritmos, estructuras y cadencias, que permiten el descenso hacia una armonía poética que resuena en el corazón del lector, incluso después de cerrar el libro.
Este poemario no solo es una expresión artística, sino también un testimonio íntimo de la conexión de Camila con su propia humanidad. Es un acto de valentía que se gesta mucho tiempo atrás, desde el momento en que se toma la decisión de enfrentar la hoja en blanco, escuchar el silencio y renunciar al temor de escribir. Todos los detalles entregados a través de este libro fueron cuidadosamente seleccionados, dando cuenta de una poetisa profundamente fiel a sí misma. La coherencia se revela desde los tonos violeta que acompañan la portada y la disposición de los poemas, hasta el colibrí presente en las últimas páginas, evocando el estilo de Frida Kahlo, que resuena en un unísono grito que proclama la identidad única de la autora. Su compromiso con la verdad emocional.
A través de cada verso, la voz de Camila acompaña al lector para recordarle que nunca se está solo, ni siquiera en medio del dolor. Este proceso crea un rincón íntimo de complicidad, donde la autora, el poema y el lector comparten un universo secreto y especial que escapa a la comprensión de los demás, por lo que cada poema es una pieza que encaja perfectamente, una ventana al alma de la autora que forma un tejido poético que trasciende lo meramente literario.
Si me preguntasen ¿Para qué la poesía?, luego de leer este libro, me es posible afirmar con total certeza que la poesía es “para que la piel no sea la única que guarda las huellas del amor, el dolor y la guerra”; pero, sobre todo, para tener el privilegio de sostener “La noche dice nunca” en nuestras manos y con ello hacer una tregua con la oscuridad, para recibir un poco de esa luz de la que su autora no solo nos habla, sino también es.
Escribir, amar, renacer y no olvidar. Es esta la consigna más clara de una obra en la que cada verso es un reflejo genuino de la experiencia humana, tejido con la destreza de una mujer que ha encontrado su voz única y resonante. A lo largo de estas páginas se nos entrega el regalo más grande de todos, el de cruzarnos en el camino con Camila Melo, una poetisa que en cada palabra, verso y abrazo nos muestra que es posible la utopía, nos enseña que se vale resistir y nos invita a escribir para lograr salir del amor y de la vida “como de un campo de guerra”.
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