Agosto de 2019 I Por: Adrián Atehortúa I En: Hacemos memoria Org.
Juan Camilo Gallego rescata las memorias de familiares y sobrevivientes de aquella masacre que aún continúa impune.
La incursión del paramilitarismo en Sonsón (Antioquia) hizo su debut con una estrategia de violencia y terror contundente, minuciosamente planeada. En un resumen brevísimo de los hechos, fue así:
El viernes 23 de agosto de 1996 se inauguraron aquellas jornadas de horror con letreros pintados en las paredes del pueblo que decían “muerte a sapos y colaboradores de la guerrilla. Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá”. Luego, vino la cacería humana. A lo largo del sábado 24, por todo el municipio rastrearon y asesinaron a Manuel Adán Villa, Marley Orozco, John Fredy Arango, Mauro Arias, Arnoldo Escobar y por error o milagro dejaron vivo y muy mal herido a Oswaldo Arias. El domingo 25, descansaron. Retomaron el lunes 26 fallando el atentando contra Bernardo Marulanda y acabaron con la vida de Antonio Henao. Finalizaron la noche del martes 27 con el asesinato de Luis Eduardo Arias.
En el pueblo, a esos días oscuros se les recuerda como el ‘Fin de semana negro’. Bajo ese título y veintitrés años después, el periodista Juan Camilo Gallego ha recopilado en su tercer libro las voces inéditas de los familiares de quienes murieron y el testimonio de los que sobrevivieron en un ejercicio de memoria representativo y relevante. Fin de semana negro —el libro— recuerda a las víctimas en el orden cronológico en que fueron atacadas pero en vez de centrarse únicamente en los hechos, ahonda y prioriza los pensamientos y las sensaciones de quienes los recuerdan, los amaron, los extrañan.
“Creo que los familiares también son víctimas porque son ellos quienes quedan con todas esas preguntas que implica la búsqueda de la verdad: ¿por qué a él? ¿qué hubiera pasado si…? ¿quién fue? y muchas de esas preguntas siguen hoy en día sin respuesta”, dice Juan Camilo Gallego, quien desde 2012 entrevistó a madres, padres, cónyugues, hijos, amigos, allegados para reconstruir con sus propias palabras a las personas detrás de cada uno de esos nombres. En su narración hay un fuerte interés por reivindicarlos en un amplio sentido de su ser, un empeño claro en demostrar que fueron, como en el caso de todas las víctimas del país, personas con vidas mucho más allá del mero hecho victimizante.
Así, página a página, el lector conoce los rasgos, costumbres, anécdotas, aficiones, ideas, cotidianidades de los protagonistas como si se tratara de alguien cercano, alguien a quien siempre han conocido en sus detalles más particulares. Al mismo tiempo, es evidente encontrar los rastros que su ausencia ha dejado en sus seres queridos. De alguna manera, además del dolor de la violencia, las historias de quienes ponen su voz en el libro también comparten el común denominador de una vida fragmentada. “Ninguna de las personas que están en el libro ha vuelto a ser la misma. Todas cambiaron y se vieron afectadas profundamente de alguna manera”, apunta el autor.
La actualidad y vigencia de Fin de semana negro se refuerza con un reportaje presentado a modo de epílogo en el que Juan Camilo Gallego describe e investiga el caso en sus aspectos más jurídicos. Una reconstrucción compleja y al mismo tiempo muy aclaratoria de este rompecabezas generado por la violencia que involucra y evidencia responsabilidades y participaciones de la población civil, entidades del Estado y grupos al margen de la ley en un pueblo pequeño de Colombia, como tantos que han pasado —y pasan— por situaciones similares o peores.
Adquiere este y otros libros del autor:
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La grieta$ 50.000
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Fin de semana negro (2a Edición)$ 48.000
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Aquitania$ 35.000
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