7 de mayo de 2018. Por: Ricardo Franco.
En La Cebra que Habla.
Freddy Téllez, es un hombre singular: un erudito y aventurero que ha dejado su vida y su tiempo en el mundo en medio de sus constantes viajes. Ese viaje de aroma, aventura, veleidoso, seductor con cierta dosis de incertidumbre. Cuando se viaja, igual que el autor, no solo se hace, para buscar la lejanía sino también para abandonar lo propio, el mundo doméstico cotidiano y metódico, para disfrutar del no-estar-en-casa y, por ello también, del no-ser-uno-mismo.
Así este doctor en filosofía de la Universidad de París y licenciado en Filología Romántica de la Universidad alemana Karl Marx de Leipzig, nacido en Bogotá, inicia este viaje, o mejor, mantiene en constante movimiento, propio de las personas con el espíritu de Ulises y de ello nos habla con maestría literaria.
Este autor ha dejado su vida en un recorrido constante entre América y Europa; ha sido docente en Venezuela, Colombia y Suiza (país en el que reside en la actualidad) y de un ir y venir entre culturas, lugares, tradiciones y experiencias es de lo que está lleno. O al menos esto es lo que se refleja y vierte en su novela Individuo Errante Falah Mengu (2017), de Sílaba Editores de Medellín. Un libro a manera de viaje que se mueve entre lo urbano, lo citadino, lo existencial y lo enteramente humano; pero también podríamos intuir, que a su vez, es un recorrido sobre sus impresiones y experiencias personales por el mundo.
Hechos sensibles que quedan depositados en este trabajo escritural, que hoy podemos acceder, por medio de esta reconocida editorial que día a día presenta nuevos títulos al publico colombiano.
Ya en materia, la obra Individuo Errante Falah Mengu, clausura la trilogía de El Aventurero del Yo, ya que las anteriores fueron “Esa vida, ese experimento” y “El docto y el Imbécil”. Así esta obra que presentamos acá versa sobre el viaje en que el protagonista es ese ser que en realidad es el narrador. Desplazamiento (por eso de viajar), que viene a ser una danza en espiral que se teje sobre el concepto de identidad, y lo que es aún más importante, sobre su búsqueda, sobre el trayecto, porque al final, resulta más importante el proceso, que el resultado o la sumatoria del todo. Siendo prueba de esto que ni el autor ni el protagonista salen indemnes de este viaje, sino que son transformados por el tiempo y la distancia.
En esta búsqueda de identidad, al narrador le queda grande su patria para “hallarse” o “encontrarse a sí mismo” de alguna forma, y por eso en medio de esa angustia personal y existencial, inicia el viaje, no yendo de aquí para allá (ni acullá) como turista, sino intentando emplazarse, o sentirse propio en cada nueva tierra que le recibe. Buscando ese chauvinismo, propio de los que se desplazan voluntaria o forzosamente. Algo así como una constante búsqueda, un sustituir su nación, para vivir, amar y luchar con todas sus fuerzas en otra latitudes. Casi como un Individuo Errante. Por eso este título de este libro es tan sugestivo, tan bellamente sugestivo, que incita a la remembranza de todos aquellos que han sentido lo mismo que Freddy Téllez, el autor.