Por: Katherine Herrera Muñoz.
Sabor a mí, llega a mis 19 años para dibujar imágenes ya borrosas y empañadas de mi niñez que encuentro proyectada en la historia de Ana Peralta, y no porque tenga un desenlace fatal, sino porque su personalidad y carácter hicieron de ella mi personaje favorito; siempre liberal, critica; todo un mar de interrogantes. Por momentos creí ser Ana.
Quisiera también resaltar la audacia de la autora para narrar con las mas bellas palabras un punto en la línea del tiempo, apreciando todo un panorama político de la mano de las aventuras de dos amigas, dos familias, dos sirvientas, dos colores políticos, dos estratos sociales (los excluyentes y los excluidos).
Es una novela exquisita de principio a fin, encantadora, su lectura fue para mi tan agradable, como saber que mi mamá nunca me abandonará.
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