Las piedras. Carta de una silibrera

Las piedras. Carta de una silibrera

Por: Regina Sepúlveda

“Esta mañana bajé
a las piedras, oh las piedras!”
César Vallejo

Antes que ser una gema en una corona real o en un anillo pontífice, he de ser, como dice el poeta, “humilde guijarro de las carreteras.”

Son las piedras nuestras abuelas ancestrales, la memoria más antigua, la música de los ríos…
Desde la pila bautismal hasta el sarcófago fúnebre, siempre las piedras, siempre…
Nuestra primera edad, la edad de piedra: casa, armas, utensilios inauguran nuestra humanidad con cuevas, cuchillos y metates. Tótems y petroglifos: primeras esculturas y pinturas; y en piedra, las primeras escrituras: las tablas de Moisés; y de piedra, los primeros pueblos. Las piedras son nuestros cimientos.

Imagen arquetípica, las piedras metáforas de vida:
La piedra filosofal
La piedra angular
La piedra en el zapato
Las piedras del camino
Tirar la piedra y esconder la mano
Tropezar con la misma piedra
Poner la primera piedra y poner la última
Corazón de piedra
La piedra amuleto
La piedra en la emoción, y la peor,
la piedra en el riñón.

¿Quién no se ha sentido atraído por las piedras?
Los poetas las han poetizado,
los cantantes las han cantado.
La piedra es inaugural, y es sentencia.
Es principio y es fin; mata y da vida; protege y amenaza.
La piedra es dura, es fuerte y es compacta. Sin embargo, como dice el refrán, el agua vence la piedra. El agua les da el canto rodado a las piedras del río.
La oquedad de la piedra es el agua pasando.

Es gracias al agua y sus microorganismos que los minerales de las piedras llegan al mundo vegetal que nos alimenta. Las piedras, en su rotundez aparente de inercia y frialdad, son vida, son alimento y son nuestra memoria ancestral. La piedra es presente, es pasado y es futuro, y se parece al árbol. Yo diría que son hermanos. En el universal juego de piedra, papel o tijera, es el papel el que vence a la piedra.

La piedra, alma y hueso de la humanidad.

A la tumba de mis muertos llevo flores y llevo piedras,
porque las piedras, como las flores, guardan la esencia
de quienes amamos, de quienes nunca se van.

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