17 de diciembre de 2022 I Por: Alex Buitrago

Relatos cancheros de Farouk Caballero me remitió a la infancia de pelotas de trapo, picaditos de barrio apostando la gaseosa y vidrios rotos de vecinos contrariados por los riflazos al arco contrario (cuyos parales eran dos pedazos de ladrillos y la malla las puertas y ventanas ajenas). Pero también a las otras realidades nacionales que se dejan leer a medida que se disfrutan en unos textos pulidos, trabajados a conciencia de tecla y pulso investigador que le hace el quite a dejarse obnubilar por el fútbol como espectáculo taquillero y de farándula que nos venden los medio masivos de comunicación.

El autor, haciendo uso de su poética del fútbol, juega en todas las posiciones posibles en esta cancha de páginas atornilladas a la realidad porque conoce el terreno de juego y ama el fútbol, aunque también admite que el lector se la juegue y disfrute. Yo, como lector de Relatos cancheros, fui árbitro, D.T., arquero, defensa central, volante de marca, carrilero izquierdo e hice goles imposibles de chalaca pero también sufrí decepciones y derrotas, desaires y goleadas, aunque se mantuvo invicta mi pasión a este deporte poético de la pelota caliente disputada por veintidós jugadores, más todos los otros que aún no lo han leído.

Sinceramente, este libro fue mi mundial, y asistí leyendo, casi oliendo, respirando, viviendo cinematográficamente cada uno de sus textos. Agradezco a Farouk este tiquete a cuartos de final que gocé pleno en su estadio imaginario con futbolistas de verdad y espectadores a todo pulmón celebrando la fiesta del fútbol.

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