Juan Manuel Roca, notas para un perfil

Juan Manuel Roca, notas para un perfil

25 de octubre de 2022. Por: A.F. Osorio.

En https://www.afosorio.com

Adenda

La primera versión de este perfil del poeta colombiano Juan Manuel Roca la terminé en 2005. En ese entonces las publicaciones en internet no estaban muy desarrolladas y quise divulgar el texto en alguna revista impresa.

Con sorpresa recibí algunas respuestas de los editores que nunca me dieron una explicación satisfactoria de por qué no iban a publicar el texto. Me dijeron: “Si tienes algo así, pero de otro autor te lo recibimos”; “sobre ese señor no vamos a publicar nada”; “nos gustaría publicarlo, pero solo nos interesa lo que dicen las fuentes, tu prosa nos vale un carajo”.

Sobre esta última oferta tengo que decir que acepté. Mi prosa también me importa un carajo. Sin embargo, después de varias citas incumplidas, rodeos y negativas para atender mis llamadas telefónicas no pudimos concretar nada.

En ese entonces quería hacer una serie de reportajes sobre los poetas colombianos de la generación de Juan Manuel RocaGiovanni QuessepMario RiveroMiguel Méndez CamachoMaría Mercedes Carranza, entre otros, pero la respuesta al primer borrador sobre el autor de ‘Cantar de lejanía’, me desmotivaron.

Archivé el texto hasta hoy, un día de 2020 cuando me decido a lanzar una página con algunos textos de mi autoría. Tal vez el futuro me dé la oportunidad de actualizarlo. Por ahora el lector encontrará datos y testimonios recogidos en el año en que lo escribí.

Siempre he considerado a la poesía como el género mayor de las letras. Colombia es un país de poetas, o lo fue durante mucho tiempo, antes de que García Márquez apareciera con sus novelas maravillosas, que lo son, en parte, porque se sustentan en la poesía.

Quizá estas notas sobre el trabajo literario de Juan Manuel Roca contribuyan al objetivo que me tracé cuando lo escribí por primera vez: reunir datos y reflexiones propias y de extraños sobre uno de los poetas más representativos de Colombia.

Comencé mi frustrada serie de reportajes con él porque el gran número de lectores que lo siguen y la originalidad de sus poemas me produjeron una enorme curiosidad. Espero que la publicación de este perfil cumpla con otro de mis objetivos: que más gente lea los libros de Roca, los suyos y los de sus compañeros de generación. Y seamos ambiciosos: que esos mismos lectores sigan leyendo poesía.


En un recital de Juan Manuel Roca

En la Feria del libro de Bogotá, 2005, Juan Manuel Roca presentó Cantar de lejaníaantología personal en el salón José Eustasio Rivera. No había una banca libre, varios se sentaron en el piso a oírlo leer sus poemas. El momento cumbre del recital ocurrió cuando el autor leyó El rock de los adioses, una pieza representativa de su lírica: es un poema burlón que le toma el pelo a un tema trascendental como la muerte:

“Y todos estos hombres que bailan

¿van a morir? ¡Yeah!”

Así empieza y Roca leyó ese ¡yeah! como mofándose de todos los rockeros de la historia. El segundo verso dice:

“Y los bárbaros que no llegan

Al poema del griego ¿van a morir? ¡Oh yeah!”

Y cada verso termina con algún cliché de canción de rock que el poeta supo leer con la habilidad suficiente para que el público riera tras cada estrofa:

“Y todos los poetas los engolados los puros

Los  amorosos los solemnes y los piojosos

Todos los arrogantes y soberbios poetas

¿Van a morir? ¡Yeah! ¡Tres veces yeah!”

Esa es la última parte del poema. Cuando Roca la leyó para terminar el recital, el público estaba encantado.


La 13ª o la cancha de las mariposas

Hoy en día, la carrera 13ª, entre calles 18 y 20 de Bogotá es un lugar sórdido donde los jíbaros salen como fantasmas a la Avenida 19 a ofrecer marihuana y otras drogas a los caminantes, también es mercado persa, zona de prostíbulos donde las putas se ofrecen desde ventanales enrejados a modo de jaulas. Pero en los años 50 fue un barrio de gentes pudientes que vivían en casas enormes y elegantes.

En la esquina de la carrera 13ª con calle 20 vivió Juan Manuel Roca. Él y su familia eran de Medellín, donde el poeta nació el 29 de diciembre de 1946, su padre, el periodista y escritor Juan Roca Lemus era miembro del partido Conservador y logró algunos cargos diplomáticos en el extranjero (Francia, España, México), por lo que sus tres hijos tuvieron una infancia errante. Por ejemplo, Juan Manuel dijo sus primeras palabras en francés porque su papá trabajaba en el servicio diplomático de Colombia en París. Cuando los Roca Vidales regresaban a Colombia, Bogotá y Medellín eran sus destinos.

En la memoria del poeta, estas dos ciudades, junto con la capital de México, son espacios fundamentales. Las capitales europeas como París y Madrid se han convertido en recuerdos desdibujados, lugares donde no termina de sentirse cómodo. Sobre la capital francesa Roca dice que “no podría vivir en una ciudad donde lo importante ocurrió en el pasado. Europa es un continente que bosteza, pero lo hace más en París”.

En cambio, la niñez en Medellín fue un asunto esencial tanto para él como para su poesía: “Hay imágenes muy poderosas como una recurrencia que viene del pasado. La imagen gozosa tiene que ver con el tren, con paseos que hacíamos en familia en la infancia, algo que intento atrapar en paisajes que aparecen en lo que escribo. Siempre veo a un niño de 6 o 7 años bajando de un vagón en la estación de Cisneros o El Limón, en Antioquia. Me parece prodigioso que con sólo subirse en una máquina tan ruidosa y mágica empezaran a pasar platanales, puentes, quebradas, cafetales, para llegar a un clima que me hacía sentir más vivo que nunca”.

En Bogotá la casa de la 13ª fue otro escenario importante. Hombres fundamentales para el futuro literario de Roca fueron escritores que vivían en ella o la frecuentaban. La persona más influyente en su infancia fue su padre. Juan Roca Lemus era un hombre de un gran sentido del humor, como Juan Manuel, convencido de sus ideas políticas, al igual que su hijo. En una entrevista Juan Manuel Roca hizo una descripción de su padre en la que parece describirse a sí mismo: “Lo que más nos separaba era tener los mismos temperamentos explosivos y soberbios”.

Roca se refiere así a su padre: “La imagen que más me gusta es la de un hombre contradictorio, la de su verbalidad sin pausa, su alegría que brotaba del fondo de su neurosis, su risa franca que contrastaba con cierto talante autoritario. Fuimos contradictorios en el sentido de estar en orillas diferentes en lo ideológico, pero había puentes como el sentido del humor. Me gusta recordarlo, no como alguien que lanzaba anatemas desde su conservadurismo, sino como alguien con un humor chaplinesco, podía burlarse de sí mismo para burlarse de los demás. Era un humor negro, poco compasivo y descarnado, siempre caricaturizaba hechos y personajes”.

Una muestra de ese sentido del humor es una broma que Roca Lemus, laureanista y rojaspinillista, le hizo a Alfonso López Michelsen, hijo del entonces presidente liberal Alfonso López Pumarejo, el chiste viene a cuento porque perfectamente pudo salir del cerebro de Juan Manuel Roca: aprovechando que un sociólogo colombiano se aventuró a decir que la especie humana no venía de un primate sino de la sardina, Roca Lemus dijo estar absolutamente de acuerdo, pero debía aclarar que existía una excepción: López Michelsen, quien debía descender del róbalo; esta afirmación se produjo cuando se hacían cuestionamientos éticos al hijo del presidente.

Otro personaje fundamental en la vida de Roca fue su tío, el poeta Luis Vidales. Al regreso de este de su exilio en Chile, Juan Manuel escuchaba recitales de poesía en su casa, lecturas en voz alta de novelas y recibió una influencia decisiva: relacionar la plástica y la poesía. Vidales era miembro del Partido Comunista Colombiano, en varias ocasiones trató de seducir a su sobrino hacia esos terrenos ideológicos: “¡Cómo es posible que una persona con tus ideas no haga parte del partido!”, pero Roca siempre se mantuvo al margen respondiendo que el Comunista no era más que otro de los tres partidos tradicionales. (Además del Comunista, el poeta se refería al Partido Liberal y al Partido Conservador).

De Luis Vidales, Roca prefirió quedarse con otras facetas: “Tenía un talante humorístico recurrente, relacionado con una visión ontológica. Era una mosca en la nariz del orador, un disolvente de las situaciones solemnes. Era provocador, no le importaba reírse del político de turno en su cara. Una vez lo iban a excomulgar y estaba feliz, iba a mandar a timbrar unas tarjetas invitando a su primera excomunión. Aprecio su valor civil, estuvo más de cincuenta veces preso por sus luchas a favor del campesinado, hizo una huelga de hambre que casi lo mata, inclusive ya viejo, fue apresado por orden del presidente Turbay Ayala”.


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