22 de septiembre de 2016. Por: Mateo García.
En El Tiempo.
El periodismo narrativo es la mejor manera de contar las historias, sobre todo en un país lleno de conflictos como lo es Colombia.
De acuerdo con el periodista y escritor Juan José Hoyos, esta “es la forma en que se puede contar de una manera más viva, más responsable y más honesta todas las caras de un conflicto tan complejo como el nuestro”.
Precisamente esta afirmación que hace Hoyos la aplicó en 1994 cuando publicó el libro ‘El oro y la sangre’, la historia de un conflicto que se desarrolla cuando un indio embera del Alto de Andágueda, en Chocó, encuentra una mina de oro. Este año Sílaba editores lanzó una nueva edición del libro. Cuando Hoyos pensó en escoger una carrera y un oficio del cual vivir, siempre supo que sería algo relacionado con escribir y leer.
Es por eso que ingresó a la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, pues sabía que el periodismo es una posibilidad para vivir de contar historias.
Muchos años después, cuando ingresó como corresponsal al periódico EL TIEMPO, en 1978, pensó que tenía que hacer propuestas para escribir crónicas y reportajes, pues asegura que desde una oficina no se puede hacer periodismo narrativo.
“El periodismo narrativo no se puede hacer con los ojos de otro, con ojos prestados, tiene que ser producto de las propias experiencias, tiene que ir al lugar, encerrados en las oficinas, los periodistas jamás podrán hacer buen periodismo narrativo”, asegura.
Además, dice hay que tener olfato e ir más allá porque detrás de una pequeña historia puede haber algo más grande, tal como pasó con ‘El oro y la sangre’.
Un día cubrió la historia de lo que hicieron unos indios en un helicóptero, llevándose el oro que transportaban. La información la obtuvo de un poligrama enviado por la Policía. Pero las cosas no quedaron en una simple noticia, lo que comenzó como un hecho informativo y noticioso, terminó 15 años después como un libro que ganó el Premio Nacional de Periodismo Germán Arciniegas.
Estando en su oficina un hombre lo visitó y le contó que ese oro no se lo robaron los indígenas, que, al contrario, a ellos les robaron una mina. Desde entonces la historia de esos indígenas estuvo en la vida de Hoyos hasta que publicó el libro y contó la historia completa de este conflicto que comenzó muchos años atrás. En 1978 conoció la historia, quiso viajar de inmediato, pero no pudo hacerlo por falta de garantías de seguridad.
Al salir de EL TIEMPO se dedicó a la docencia en la Universidad de Antioquia. Estuvo unos meses en Estados Unidos y al regresar publicó la novela ‘El cielo que perdimos’, pero no olvidó escribir esa historia de oro y sangre. Pidió una licencia en la universidad y se dedicó tres meses a trabajar en el libro. “Escribí ese libro a marchas forzadas, porque el periodismo como que siempre se hace es así”, cuenta.
Para él es importante hacer este tipo de trabajos, que los periodistas se busquen el espacio, porque esta es la única manera de contar una historia completa, y no se deben preocupar por el espacio que hoy dan los medios, pues para eso están los libros, para narrar la realidad con las mismas herramientas de la literatura, tal como lo hace el periodismo narrativo.