18 de diciembre de 2022 I Por: Mónica Quintero Restrepo I En: El Colombiano – Generación
Casi de piedra es un libro de amor. Al principio es sobre ese amor tan conocido, el de una mujer que se enamora de un hombre, y al revés, aunque no tanto. Están esas primeras miradas, la “traga”, y él, que ni sabe que ella existe; luego, cuando por fin la ve, se enamoran. Al final, todavía es una novela de amor, pero ya no de dos que se aman.
Esta novela es la segunda de Ana Cristina Vélez Caicedo, y tiene la misma protagonista de la primera, Teresa, la misma geóloga de Amor en la Nube. Ana Cristina no siente que es escritora, sino que escribe porque hay ahí algo que quiere experimentar. Es profesora, apasionada por el arte, trabajó en escultura y en pintura, aunque, dice ella, hoy le interesa más el entender que el hacer. Tiene otros libros como Homo artisticus. Una perspectiva biológico-evolutiva, y Los invisibles de los visible. La imagen explicada.
El amor está en sus dos novelas, ¿cómo se fue armando Casi de Piedra?
“Quería seguir la historia de la primera. Yo nunca pensé que iba a escribir una novela, la primera simplemente fue por ponerme un reto, y esta segunda dije, ‘voy a continuar la historia sobre lo que le pasaría a Teresa luego de todos los ensayos que había hecho por conseguirse un novio en Internet’. No podía dejar a Teresa sin encontrar al amor de su vida, y la puse a encontrar el hombre que todas las mujeres hemos soñado. Las mujeres sueñan con conseguirse un artista, porque son muy especiales y creativos. Teresa, cuyo mundo es el de la ciencia, sueña con lo que no hay en su mundo: un artista. Y se lo consigue además bien buen mozo, un tipo divino, crespo, moreno, sensible, se consigue a Jerónimo, se consigue al artista, al difícil, ese que le gusta a todas las mujeres, y empieza una relación, para su sorpresa, muy rica y muy apasionada, pero las aves del paraíso necesitan muchas hembras, y esa ave no es una excepción. Así como le gusta a ella, le gusta a muchas otras, y se vuelve una relación muy complicada, porque ella no es una reina de belleza. Ella es una mujer común y corriente, es bajita, gordita, de pelo corto, no es supersexi, está metida en la ciencia, es seria en su trabajo, pero no en todo, pues tiene mucho humor. Con el tiempo, todas las relaciones sufren una caída de temperatura. Cuando el otro es muy atractivo, la relación sufre un poco más, y a él le resultan novedades bellas y jóvenes tentaciones. La novela es sobre cómo enfrenta Teresa la segunda ley de la termodinámica en su relación, lo que no se mantiene por el cauce, sino que se derrama por otros lados”.
Me llama mucho la atención cómo empieza la relación entre los dos protagonistas, ella lo ve y le gusta desde el inicio, y prácticamente trabaja para que él la vea y se enamore. A ella le cuesta más que a él
“A él no le cuesta nada, porque a los jerónimos que hay en este mundo no les cuesta casi nada conseguir pareja ya que las mujeres los buscan, ellos solo se tienen que dejarse, aceptar, y ya está. Ella, en cambio, se lucha al tipo, claro. Teresa quiere volverse necesaria, entonces le hace todo a Jerónimo, le resuelve la vida, para que él tenga un motivo importante para estar con ella, pero eso es muy mala idea, porque la psicología de los hombres no funciona así. Funciona al revés: cuando ellos dan todo, les parece que el otro vale mucho y se quieren quedar. La gente no abandona fácilmente aquello en lo que ha invertido. Cuando ellos dan poco y reciben mucho, creen que el otro no vale mucho. La pobre Teresa no lo sabía”.
Pensaba incluso que era un tema de autoestima
“No era falta de autoestima. Teresa se quiere y se respeta y es alegre y no tiene ningún sentimiento de inferioridad. De hecho, cree que se puede conquistar al más atractivo y sexy de la universidad, pero ella no calcula que él se consideraría a sí mismo más valioso, y cuando eso ocurre, el que se siente menos y se queda en la relación paga un precio muy alto.”
¿Y la idea salió de ver a las amigas, de escuchar historias parecidas?
“Hay una cosa muy importante, en la primera novela quería desmitificar la idea de conseguir pareja por Internet, porque en esa época se consideraba, y todavía, que si se busca pareja por internet es porque se es muy de malas, porque no resulta nadie en la cercanía. Quería darles coraje a las mujeres para que busquen pareja como los hombres, más agresivamente, explosivamente. En esta novela quiero que las mujeres reflexionen sobre cuánto dar y cuándo irse de una relación. Siempre escribo para el otro, no para mí misma, me imagino que tiene que ver con el hecho de que fui profesora durante 20 años o más, y entonces estoy acostumbrada a pensar en lo que el otro necesita oír. Claro que tengo que usar mi vida y mis conocimientos, porque no tengo más, pero sí utilizo la experiencia de los otros. Veo que a muchas mujeres las mata el romanticismo, ven la vida de una manera muy idealista y a mí me parece que eso es negativo, no ayuda a la felicidad. Es importante tener una visión pragmática de las cosas, exactamente como se miran los negocios: si uno las ve fríamente, puede tomar mejores decisiones. En el libro hay mucha discusión sobre la oferta y la demanda, sobre cómo saber cuánto se vale en el mercado del amor. El romance vale a la hora del amor, pero en el momento de analizar, hay que revisar cuánto pone uno y cuánto pone el otro, y si hay equilibrio, porque nadie quiere ser el bobo de la relación”.
Por ejemplo, a Teresa le cuesta mucho irse
“A quién no. En la vida real dejar a una pareja que te parece la cosa más suntuosa que te has conseguido en la vida es para valientes. Conozco muchas mujeres que viven con sátrapas que las quieren, pero que abusan, porque saben que ellas no se van a ir. Y es verdad, ellas se quedan ahí y aceptan todo, todo lo que el otro imponga. El otro sale todos los viernes sin ellas, se va el fin de semana, conozco relaciones así, y ellas se hacen las locas, porque tiene miedo de quedarse solas. El miedo a la soledad está, y también otro, que pesa bastante a la hora de tener fortaleza para perder una pareja: perder estatus. Uno no quiere perder estatus en la sociedad y las mujeres perdemos estatus en la sociedad cuando nos quedamos solas; en cambio, los hombres ganan. El hombre queda libre y los amigos piensan en cuántas se va a conseguir y lo ven con envidia. Las mujeres perdemos estatus. La gente dice: ‘pobrecita, se separó’. Uno se pregunta cuántas mujeres estarán soñando con Bill Gates y cuántos hombres estarán soñando con Melinda: muchas, pocos”
En la novela hay dos temas importantes, el arte y la geología
“De geología no sé nada, pero conseguí una geóloga, muy cercana, que me dio muchas claves que yo anoté juiciosamente en un cuaderno. Me vi muchas conferencias sobre el clima, leí sobre las investigaciones que ella hacía, y ella me explicó sobre los cursos que daba en la universidad, porque yo qué voy a saber qué es el cuaternario. Siempre investigo, aunque sea para escribir una novela, no invento lo que otros saben muy bien. En la novela sí se tratan asuntos de arte, porque ese es mi tema predilecto, porque escribo sobre esto en mi blog Catrecillo y porque en este momento estoy escribiendo un libro que se llama El arte al desnudo. Estoy quitándole los calzones al arte. Entonces, pongo a hablar a Jerónimo sobre arte, para darme el ancho, y decir cosas que no puedo demostrar. Hay reflexiones fuertes y críticas, por ejemplo, sobre Luis Caballero. Yo lo amaba cuando estaba joven, incluso lo conocí en una fiesta cuando yo tenía 16. Era un ídolo para mí, y luego lo comencé a ver su obra con distancia, y entonces me di cuenta de que estuvo, formalmente, estilísticamente, un poco desfasado”.
Otro tema fundamental es la depresión
“Quise hacer énfasis en el derecho al suicidio, a morir con dignidad. Todos los temas que hay ahí me preocupan. El novio de Juanes, el hermano de Teresa, es depresivo. He vivido intento de suicidios y suicidios, de personas cercanas, y he reflexionado. Es muy trágico que uno no tenga derecho a decir “yo no puedo vivir”, y que no haya quién le ayude a uno a morir sin dolor. La vida no es un bien en sí mismo, la vida es un bien, solo si se tienen ciertas cosas y cierta mente. Sin duda, la vida puede ser un infierno, puede ser una cosa trágica, dolorosa, maluquísima. Lo que pasa es que las personas que tenemos una buena mente, que no nos traiciona, somos muy crueles con los que no la tienen. La mayoría de la gente juzga por su condición, cree que asuntos como la alegría, la pereza, la inercia, la timidez son cuestión de voluntad. Sin embargo, nadie se atreve a decirle al otro, ‘ve, vos por qué no sos bonito’, lo aceptan, pero si el rasgo está en la personalidad, creen que ese sí se puede cambiar. Y no es así. La depresión es una enfermedad y muy compleja. El otro tema del que me interesaba hablar es el del consumismo. Teresa es muy crítica porque Jerónimo es un comprador compulsivo. Ella quisiera que la gente consumiera menos, que todos pensáramos en dar ejemplo en ese sentido, en portarnos como si lo que hacemos fuera a ser copiado por todo el mundo, y no depredar de la manera como depredamos el planeta. Se trata de desear menos y ser más felices, reusarnos a tener cada día más y más, y acumular en vez de reciclar, de forrar las cositas, de hacerles arreglos, y no de consumir tanto”.
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En esos temas que pone a reflexionar está el de la homosexualidad y la familia
“Quería tocar este tema porque el papá de teresa, José, es muy creyente, casi místico, es católico, y le nace un hijo gay, pero como el papá es esencialmente bondadoso, no es capaz de sentir ese menosprecio que uno ve. Yo he visto muchos papás que odian a los hijos porque son gays, y los maltratan, y este papá no es así, a pesar de todo, el amor está por encima. Él no entra a discutir cosas de fe consigo mismo, ni tampoco por qué su hijo nació homosexual, simplemente lo acepta y lo quiere”.
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