El territorio ausente: Lauren Mendinueta y la patria primera

El territorio ausente: Lauren Mendinueta y la patria primera

Por: Andrea Juliana Enciso.
En Aluvión.

Lauren Mendinueta (1977) es la poeta barranquillera contemporánea más aclamada por la crítica y los lectores especializados, tanto fuera como dentro de su país. Su lenguaje es preciso y su poesía demuestra una gran sensibilidad hacia la luz, los objetos del paisaje de la memoria y la veneración del silencio. Su obra es un diálogo afilado con el canon latinoamericano y la tradición literaria universal. La recompensa a su paciencia y su obstinación, durante más de dos décadas de tránsito, es una poética profundamente compasiva con el pasar de los cuerpos y el tiempo en la experiencia cotidiana. En su mapa poético, Mendinueta reflexiona sobre su primer país, la migración, la maternidad, la escritura como curación y herida. Sus libros pueden leerse como una visita a galerías, museos, estudios, casas y patios donde la voz poética reconoce su desdoblamiento entre la mujer que recuerda y la artista que se asombra con su reflejo en las vitrinas de sus poemas.

En el marco del proyecto Seis Voces Migrantes del Caribe Colombiano, ganador de la Beca de Crítica Cultural y Creativa 2021 del Ministerio de Cultura de Colombia, tuvimos la oportunidad de conversar con la autora. En nuestro intercambio electrónico conversamos sobre su relación poética con la infancia como su primera patria, el tránsito, los objetos de su museo personal y el Caribe definido por ella como “el territorio de [su] ausencia y [el] territorio ausente”.

Agradecemos a Lauren su generosidad, su tiempo y su apertura al haber aceptado ser parte de este proyecto.

A la derecha: portada del libro Del Tiempo, un paso (2021), publicado en Colombia por Lobo Blanco Editores. En el centro: fotografía de la autora Lauren Mendinueta. A la izquierda: portada del libro Una visita al museo de historia natural (2021), publicado en Colombia por la editorial Sílaba. 

Andrea Juliana Enciso: En 2020, durante una conversación con las integrantes del colectivo La Trenza, afirmaste que tus poemas eran objetos caprichosos a los que volvías tiempo después para completarlos. ¿Cuáles son las imágenes del Caribe colombiano a las que has retornado para terminar algunos de tus poemas?

Lauren Mendinueta: “Maíz de fuego no comulgado, / por el que gimen las gargantas”, dice Gabriela Mistral en su poema América, refiriéndose al sol del trópico. Creo que yo vuelvo constantemente a ese sol del Caribe que en mi recuerdo es una celebración, pero también una amenaza. El sol al que yo regreso es ardiente como hielo, y duele. En varios de los poemas de Una visita al museo de historia natural (2021) nombro ese sol, y también “el aire tibio del Caribe / envolvente como un útero”.

Andrea Juliana Enciso: La madre y sus ojos nostálgicos. La madre es un viento, el recuerdo de un pueblo triste, una fuerza telúrica. Si el país es la madre, ¿cómo es tu relación poética con el Caribe?

Lauren Mendinueta: El Caribe es el escenario de la mayor parte de mis poemas. A él regreso con frecuencia, porque allí aconteció mi niñez, y en esos primeros años están las claves secretas de toda existencia. Para mí el Caribe no es un paisaje, es más bien un vacío. Es el territorio de mi ausencia y es un territorio ausente. Sólo el recuerdo le otorga realidad. Dentro de mí su presencia se perfila como el no-lugar donde ocurrió todo lo definitivo. Del Caribe me separa una distancia real y una no-distancia absoluta, porque no hay medidas para marcar esa distancia, sólo tiempo.

Aunque amo profundamente el Caribe, no puedo idealizarlo porque mis recuerdos de él están atravesados por varias violencias colectivas y personales. La literatura me ha servido para aceptar y mirar con amor la complejidad de esos recuerdos.

Andrea Juliana Enciso: Tu poesía habla de la memoria y de las marcas que el tiempo deja en los objetos que nos fueron queridos. ¿Cuáles son los objetos que, en ese museo personal de tu poesía, siguen hablando del origen? ¿Cómo es tu relación actual con el tránsito interminable de vivir como poeta migrante?

Lauren Mendinueta: Creo que sólo hay un bien al que no renunciaría, mi biblioteca personal. Cuando me mudé a Europa traje conmigo una parte de mi biblioteca. La mayoría de esos libros son ejemplares de segunda mano que compré en los andenes del Paseo Bolívar, en Barranquilla. Son libros con historias que forman parte de mi historia, las piezas más preciadas de mi museo personal, como tú lo llamas.

En poco tiempo habré vivido la mitad de mi vida fuera de Colombia. Y es una vida en tránsito, porque lejos de Colombia mis días transcurren en un viaje permanente. A veces pienso que mi patria es la infancia, y que todos los seres humanos estamos condenados a convertirnos en apátridas. En otras ocasiones cambio de opinión y pienso que mi patria es la lengua, y es un pensamiento más dulce porque me permite la ilusión de permanecer en el lugar de mis raíces. Sin embargo, al vivir lejos de mi idioma materno, soy una extranjera que habita cotidianamente en una lengua ajena. Tal vez la única patria que me queda es el poema.

Andrea Juliana Enciso: Tu poema “Los gritos adultos” me conmovió profundamente. ¿Cuáles han sido los gritos más estremecedores que has escuchado en tu calidad de poeta colombiana?

Lauren Mendinueta: Ese poema pertenece a Del Tiempo, un paso, un libro que se editó en España en 2011 (Denes Editores) y en Colombia en 2021 (Lobo Blanco Editores). El poema se refiere a la necesidad que tenemos todos los seres humanos de expresar en voz alta nuestro sufrimiento, porque la otra alternativa que resta es enfermarnos. Por eso, cada poema mío es un grito, una manera de ponerle nombre al dolor. En otras ocasiones he hablado del poder salvífico y sanador de la poesía en mi vida. En cualquier profesión es posible vivir según el cliché de ese oficio, es decir: fingiendo. Pero pienso que eso no es posible en el caso de la literatura o el arte. ¿Por qué lo digo? Porque para un artista el arte no es tan sólo un oficio, sino la vida misma. Así que mi poesía es mi vida.

El poeta Juan Pablo Roa, mi editor en España, escribió algo que va directo al tuétano de lo que escribo, dijo que mi poesía es “permanente cicatriz, herida que aflora y se condensa en un poema, en un pensamiento en el que tampoco hay pudor al nombrar lo prohibido, tal como sucede en Los gritos adultos”.

Andrea Juliana Enciso: En “País” y “Tierra de nadie” hablas de la casa y el jardín como primer país. Cuando regresas a esa casa de la infancia, ¿cuál es tu lugar favorito? ¿Y por qué?

Lauren Mendinueta: La casa de mi infancia en Barranquilla ya no existe. Quedaba en la Calle Felicidad, entre Líbano y Cuartel. Era una casa grande, con ocho cuartos, tres salas y un patio enorme con un palo de mango y otro de níspero. Allí vuelvo con frecuencia en mis poemas, aunque mis sentimientos son contradictorios, porque en esa casa fui inmensamente feliz, pero también profundamente infeliz. Está bien que esa casa ya no exista. Como lo digo en mi poema: “Ese país ya no es mío.”

Andrea Juliana Enciso: William Ospina y Héctor Abad Faciolince describen tu poesía como la máxima expresión de lo inexpresable. Alaban tu gran habilidad para mirar de soslayo el mundo y permitir al lector que complete el poema con la otra pieza del silencio. Si tuvieras que escribir sobre la vocación de la extranjería, ¿cuál sería la pieza que nombrarías y cuál la que dejarías a tus lectores en la pausa del poema?

Lauren Mendinueta: Es una pregunta muy difícil de responder. Digamos que el poema es como el timbre de un teléfono que suena dentro de mi cabeza: a veces soy capaz de levantar el auricular y escuchar “otra voz”, a veces no. Cuando logro conectarme con el misterio es una conversación, pero cuando no puedo hacerlo es un simple monólogo sin gracia. Los lectores y lectoras completarán con su propia voz el diálogo interior del poema.

Muchas veces, cuando leo mi poesía en lecturas públicas, me parece que no soy yo ni es mi voz la que habla. Siento como si los poemas provinieran de “otra parte”, casi como si me los hubieran regalado. Es algo difícil de explicar. Digamos que tal vez los poemas pertenecen a una parte mía que desconozco, y a la que sólo puedo acceder cuando escribo. Y escribo y corrijo mucho. Es cierto que existe en mí esa vocación de extranjería que tú nombras, pero también existe un deseo de echar raíces, una necesidad de crear con mis versos un mundo nuevo, artificial y supletorio, pero mío.

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Esta entrevista se desarrolló en el marco del proyecto «Voces migrantes», iniciativa ganadora de la Beca de Crítica Cultural y Creativa (2021) que el Ministerio de Cultura de Colombia otorga cada año en su portafolio de estímulos. Agradecemos a Mincultura por los recursos que hicieron posible este proyecto. 

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