12 de mayo de 2024 I Por: Carlos Arturo Arbeláez Cano I En: El Diario
Adriana Hoyos, artista ampliamente reconocida y celebrada en Europa y particularmente en España, donde reside, hizo presencia en Bogotá, en el marco de la Feria Internacional del Libro -FILBO- y el 32 Festival Internacional de Poesía de Bogotá.
Su oficio va desde la creación de obras poéticas, la gestión y promoción del arte visual y la producción de documentos fílmicos, en los que explora mundos lúdicos y existenciales.
Esa que canta hacia adentro, y Lo que me trajeron las palabras, reúnen una poética de ensueños, de retorno a las emociones de infancia, al prístino hogar, al solar del recreo de los niños. Lo logra con una voz de diáfanas figuras que se asoman a la nostalgia, a los recuerdos de pasos transitados, de rondas, de juegos infantiles.
Y su obra es profusa; desde muy temprana edad -dice- intenta una urdimbre de emociones que progresan y se abren camino con las palabras, la música y la experiencia visual. Heredera de talentos creativos: su familia es reconocida en el escenario musical de nuestro quehacer cultura.
Distinguida con varios premios internacionales, fogueada en diferentes escenarios del mundo, estuvo con nosotros en el 32 Festival Internacional de Poesía de Bogotá, que dirige el poeta Rafael del Castillo.
Oficiosa en la búsqueda de sus fantasmas, transita dimensiones a veces insospechadas, insólitas y fantásticas, pero siempre depurando en cada uno de sus versos el sumo denso del lirismo poético.
A Colombia
Hoy, Adriana Hoyos, viene a Colombia, si se quiere, a “nacer” poéticamente en la patria y el hogar, donde quizás pocos la conocemos pero que, como muchas otras poetas colombianas ausentes en la vida o en el tiempo, merecen el reconocimiento a su labor creativa en diferentes ámbitos.
Recitales, proyección de algunos de sus videos y la presentación de sus últimos dos libros, llamaron la atención del público bogotano por su hondura poética. Versos aparentemente aislados, tercetos en verso mayor o menor, cargan con el desconcierto cuando descubrimos otros matices y otros tonos estéticos. Cada frase, digo, es como una impresión de la imagen que se mueve ante sus ojos. Parecieran instantáneas, flashes de mundos y figuras sujetas al azar y cargadas de misticismo y emoción.
Ese soñar de infancias, memoriosas escenas de una casa paterna, cotidiana y feliz, cargada de ternura de madre declarada en lecciones de hogar y de hornillo, son poemas evocativos.
La hondura de las emociones cuando calla la música y queda en el verso latente la mortaja de personas queridas. Fuerza de lazos atados por la sangre en cada uno de los seres queridos que aparecen por ahí entre sus líneas, como figuras que la persiguen y la iluminan, y le trazan el ritmo y la cadencia de su inspiración. Qué bueno rescatar el valor del clan, de la familia, que es el sello indeleble de la armonía cósmica. Un poco como el maíz amasado por las manos de la abuela que, al final, es más que un alimento y se convierte en ausencia, en ternura, en caricia para alimentar el alma.
Poesía ligera
Encriptado su deseo por explicar lo que no se puede medir, su poesía es ligera, de frases cortas que nos acercan a mundos mágicos en los que no cabe la razón, sino la intuición, pues ese es el oficio poético: intuir lo imposible de la belleza. Ella reitera la elucubración del mundo desde la lente de lo intangible o inmensurable o lógico. Como debe ser el acto creativo: una corazonada, si se quiere, un pensar con el deseo y no con las fórmulas o manuales de estilo.
Nos comparte las claves de la música y los colores y figuras de pintores como De Chirico y Magritte o el cuadro de la dulce mujer de Da Vinci, acunando un armiño.
Sus personajes cabizbajos son el acicate para meditar también el mundo que la azuza en su apacible oficio, abordando geografías comprometidas con el todo del mundo, que no es poca cosa, sino, desarraigos, exilios, abandonos o sueños europeos o americanos con su carga de tragedias.
Encontrando y aprehendiendo en el cielo celeste “las figuras del aire”, su relato es tonalidad de asuntos de la naturaleza que invita a la comunión con la existencia misma.
Bienvenida su poesía rotunda y contundente; provechoso retorno a la raíz de sus trópicos.
ESA QUE CANTA HACIA ADENTRO
Esa que ausculta los sonidos
Esa que busca en la niebla
Y cose los silencios soy yo
En la fractura del cielo
En la dureza de la piedra
En el filo de la imaginación
Murmuro en el origen
Revelo un instante
-Sustancia de la memoria-
Mientras palpita en el aire
La risa áspera del tiempo
No soy la que escribe
Soy la que pregunta
No soy la que sabe
Soy la que cree
No soy la que conoce
Sino la que descifra
No soy la que se arrodilla
Sino la que se levanta
En la gracia de su linaje
Tomado de El Diario de Pereira
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