1 septiembre de 2024 I PorÓscar Jairo González Hernández¨I En: Revista Papel
El profesor Óscar Jairo González estuvo revisando las novedades literarias que trae la Fiesta del Libro este año y, como un experto en Literatura que es, nos presenta sus sugerencias.
Decidí preguntarles por sus libros a algunos autores que participarán en la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín este 2024. Estas son algunas de las obras que yo iría a buscar entre los anaqueles del certamen.
1. El maestro Pablo Montoya reeditó “Los derrotados”
-Tras todo el trayecto que usted ha realizado y desarrollado hasta este momento (hoy), ¿qué puede decirnos de este libro, cómo lo percibió mientras lo hacía y cómo lo percibe ahora?, ¿qué dimensión le da?, ¿qué hizo evolucionar o involucionar en su estética y su trato con la realidad histórica?, ¿qué dudas tiene sobre él o no y qué medida le da a lo que hizo?, ¿cómo el libro está vivo para usted y para sus lectores?
En 2012 se publicó Los derrotados, la segunda de mis novelas. Fue apasionante y gozoso el proceso de su escritura. Pero arduo el camino de su edición. La novela fue rechazada por varias editoriales, con la argumentación, cuando la hubo, de que era un texto con problemas de construcción. Según ellas, los personajes, el espacio, el tiempo y su trama eran dechados confusos, y su lenguaje demasiado literario. Finalmente, Sílaba Editores, una editorial alternativa de Medellín, decidió publicarla con argumentos contrarios a los que habían dado aquellos editores.
Doce años después, Los derrotados cuenta con siete ediciones en Colombia, una en España y otra en México. Es una obra que interesa a los investigadores académicos. La crítica ha visto en ella una manera distinta de abordar la violencia en Colombia. Y los lectores se conmueven con lo que allí se cuenta y la forma como se hace.”
2. Jaiver Jurado publica la magia de La Oficina Central
¿Cómo se proyecta en el teatro mismo (La Oficina Central de los Sueños, de su historia, de su contrahistoria) y qué intenta y busca proyectar en el medio teatral, en la continuidad de la construcción del nosotros y de la ciudad teatral, desde su tratado del Teatro Poético?, ¿cómo esté tratado, cómo está vaciado en él libro y por qué?
La decisión de construir este libro parte de la contradicción que tenemos en la forma tradicional de hacer un libro conmemorativo. No queríamos hacer un álbum de recuerdos, queríamos mostrar lo que en esencia somos nosotros, es decir un grupo con una vocación dramatúrgica y por ello elegimos las tres obras que el público ha leído o puede leer. Fin de Viaje, Tríptico Van Gogh y Eternidad o la larga vida de los sastres. Consideramos estas tres piezas como arquetípicas de nuestro hacer en estos 25 años, porque representan esa incansable labor de hormiga en la construcción de un lenguaje poético propio que al final de cuentas es nuestra esencia, como colectivo creador.
Pensamos que ese es el aporte de nuestro grupo de teatro y de nuestra sala de proyección a la construcción del ecosistema teatral de la ciudad y del país, proponiendo nuevos lenguajes y maneras de interpretar la escena desde lo poético, buscando instalar una voz, nuestra voz en el escenario.
3. Esther Fleisacher presenta “Sembrar malvas”
En cada libro que ha hecho (del hacer como ser) todo lo que instala en ellos, es de una concentrada intensidad, una manera estética que se mantiene en su mundo, que usted nombra o busca nombrar..
¿Qué busca y qué intentó realizar con “Sembrar malvas”, por qué lo título así, y qué dice “Sembrar malvas” de sus otros libros? ¿Cómo se proyecta hoy en nuevas visiones que tiene, de nuevas sensibilidades que se vacían aquí, y por qué?
Sembrar malvas, el título de la novela, se deriva de “estar criando malvas: estar muerto y enterrado”. Malva es una flor y también un bello color: la vida y la muerte entrelazadas en esta historia familiar, que involucra varias generaciones, por lo tanto, los muertos y sus dichos narran a través de los vivos. Las historias familiares y la tradición, una constante en mi escritura, no aparece como pasado o solo legado, sino como presente: la historia termina en el 2024, y los personajes se relacionan de diferentes maneras con la tradición familiar: se acogen a ella, la cuestionan, les es indiferente. La tradición familiar es sólo uno de los aspectos, también la cruzan conversaciones sobre Dios o dios, la religión, el dinero, la apariencia y la discapacidad.
Con relación a mis otros libros, puedo decir que conservo la manera de narrar “concentrada”, buscando que las frases, los párrafos, los personajes y las situaciones produzcan evocaciones y resonancias en el lector. Sembrar malvas se diferencia en que recurre a varias voces narrativas: una niña, una discapacitada, un tío millonario y, en ocasiones, una voz omnisciente.
A través de la escritura intento detenerme en las extrañezas que se iniciaron en la niñez y que no terminan, como si finalmente todo tuviera una pequeña distorsión y las cosas cuando encajan lo hacen de manera momentánea e imperfecta. La extrañeza no es buena ni mala, es.
4. “Desordenar la casa” de Emauela Jossa
¿En qué momento y como decide hacer el libro “Desordenar la casa. Habitar en los cuentos latinoamericanos del Siglo XXI”?, ¿De qué necesidad histórica, teórica o una manera de resolver fantasmas y realizar trayectos de goce se trata?, ¿qué obsesión le mantuvo en este trayecto de estructuración de este libro y por qué?; ¿qué se le revelo en esas lecturas, en esos mundos de los que trata, y que la relacionan a usted con ellos?
Al responder, me gustaría separar dos niveles: por un lado, el ámbito histórico y cultural, y por otro, la dimensión más íntima, vinculada, como usted dice, a las obsesiones, los fantasmas y las relaciones.
Empecé a reflexionar sobre la casa y quienes la habitan durante el encierro pandémico. Me quedó claro que para cada persona el lema «quedarse en casa» tenía un significado diferente y movilizaba afectos distintos, incluso contradictorios. Por eso empecé a buscar la representación del hogar en los últimos años, ya que el confinamiento sólo señalaba la crisis y el cambio ya en marcha.
Leyendo narrativas latinoamericanas recientes desde esta perspectiva espacial y doméstica, me pareció que la mayoría de los autores sólo describían partes de la casa, sólo habitaciones, piezas, y no la casa como un todo. Me parecía un síntoma de la fragmentación de la familia, de la pérdida de un referente fuerte y protector como es el hogar. Esta fragmentación no conlleva necesariamente sentimientos negativos: el trastorno del hogar puede ampliar las perspectivas, provocar aperturas insólitas, cambiar el sentido tradicional del habitar.
Estos temas me implican personalmente, también siento, en mi experiencia, un movimiento incesante entre la seguridad y la asfixia de los espacios cerrados, una necesidad de separación y, al mismo tiempo, de reforzar los lazos parentales. Esta polivalencia del habitar hace que en algunos relatos prevalezcan la pérdida y la soledad, en otros los personajes se tiran por la ventana o inventan una arquitectura totalmente absurda para liberarse de capas y capas de sumisión al patriarcado o simplemente para escapar de una situación doméstica opresiva.
Por último, los cuentos latinoamericanos que he leído y estudiado para mi libro presentan a veces situaciones muy parecidas a las que veo o leo en Italia, pero la mayoría de ellos muestran mundos muy diferentes que llevo años estudiando y que espero comprender, al menos en parte.
5. Male Correa presenta “Dosconocidos”
¿Qué intuición o relación racional, método, forma y estructura, en su hacer del arte, la llevaron o le hicieron evidente o necesaria, a hacer este libro “Dosconocidos”, y por qué lo llamó así, haciendo esa torsión en o desde lo desconocido?, ¿qué realizó para usted en su mundo y su estética, y qué busca o intenta proyectarle al lector desde lo que allí le relata, y si hay una relación entre la escritura y su pintura o el grabado, y por qué sí o no?
Asisto hace más de veinte años al taller de escritores que imparte el poeta Luis Fernando Macías. Debo confesar que ingresé buscando respuestas para mi obra plástica ya que, en mi interés por descubrir la poética en mis imágenes, había fracasado con las lecturas desde la filosofía, entonces pensé que si entendía la poética desde la literatura podría aplicarla a mis obras de pintura y grabado. Sucedió que en el taller que menciono, empecé a escribir poemas de los que, veinte años después, me arrepiento, pero a la vez descubrí que el relato se me da bien.
¿Y uno sobre qué escribe? Le pregunté un día al maestro quien sabiamente me contestó: uno escribe su asunto. Comencé entonces a plasmar mis vivencias con mi padre de quien nunca tuve noticia hasta que lo conocí a mis veintisiete años de edad. Al principio fueron una serie de estampas muy breves que fueron conformando una novela.
El título surgió de la relación que construimos Mario y yo, quienes fuimos unos perfectos desconocidos por muchos años. Luego del encuentro ya no había manera de ser padre e hija, pero nos hicimos buenos amigos, unos “Dosconocidos”.
El proceso de escritura me tomó tres años y en 2023 el sello Editorial Otrabalsa me contactó para hacer la publicación. Adjunto un fragmento:
…A estas alturas, el señor de la foto ya tiene un olor, una temperatura, un tamaño que explica mi corta estatura, un ritmo, una voz. Tiene un diente de oro, un anillo de grado enorme y muy pasado de moda; nada de pelo. Tiene una tristeza de lunes a jueves. Tiene una amiga, que soy yo, que lo soporta, que le tiene paciencia. Sí, a etas alturas, creo que somos amigos. ¿A quién, sino a un amigo, se le aceptan tardes como éstas?
3. Los Quijotes de René Jaramillo Valdés
¿Cómo se dio comienzo esta tarea de realizar el libro sobre El Quijote, en la medida de su: Deseo, interés y necesidad?, ¿qué se propone proyectar con el libro, qué es lo que podríamos llamar lo nuevo de esa relación suya con la obra de Miguel de Cervantes Saavedra?, ¿es usted el otro yo, moderno tanto de Miguel de Cervantes o del mismo Don Quijote o no y por qué, es su libro más que un incidente quijotesco en su vida?
Hay libros que sirven de puente silencioso para sobrepasar abismos impensados, oleajes de océanos indescifrables, que al trasegar por él nos permiten reposar en miradores desde donde se puede contemplar la vastedad de la vida. Uno de estos extraños libros es El ingenioso hidalgo don Quijote de la mancha, obra estelar de la literatura española. A este remoto oasis vuelvo regularmente para olvidarme de la sequedad de la existencia.
No importan los desiertos de papel impreso, y años, que tenga que eludir. Mi único objetivo es poder escanciar las aventuras del par de manchegos, personajes para los que el mundo no es digno de recorrerse sino se pone por escudo el honor y el deseo de servicio a los semejantes. Pensar en el iluso Alonso Quijano, que afronta la soledad de la primera salida; y en el nuevo hombre, más humano, y determinado, que se arriesga a la segunda salida, es el aliciente que me motiva a realizar encuentros íntimos con dicha obra. De esta intimidad surgió la idea de confesarle al caballero, y a su escudero, cómo vivo sus aventuras, sus disparates, y cómo el divertimento crece con cada relectura.
La idea de condensar el agradecimiento de lector eclosionó en el capítulo veintiuno de la primera parte, cuando escribí:
“Lo que relumbra y viene por el camino
Para el desventurado caballero
No es el latón de un barbero
Es el codiciado yelmo de Mambrino”.
Quise continuar este ejercicio de lectura e intentar sinopsis parecidas de las historias acaecidas en los capítulos siguientes, pero de la manera como yo las recordaba. Después de cada ejercicio reposaba, repensaba el accionar de los personajes y de este esfuerzo de comprensión comenzaron a surgir versos de estilo libre que organicé en cuartetas de rima consonante. El experimento me resultó placentero y, lo más interesante, me cambió la forma como leía la obra. Desde el capítulo veintiuno mi plan lector fue otro. El libro se hizo aún más ameno y divertido. Al iniciar los capítulos me sentía más motivado, pues que me había propuesto condensar, sintetizar, lo que ocurría a los andantes manchegos en posadas y castillos.
Al comienzo pensé que el ejercicio podría sostenerlo por algunos capítulos y para sorpresa mía el experimento aguantó hasta el último capítulo de la segunda parte. Organicé los borradores realizados, evalué lo escrito y constaté que tenía logradas tres o cuatro cuartetas por capítulo. Había escrito un libro a partir de Don Quijote de la mancha. Solo falta completar los primeros veinte capítulos de la primera parte. Me propuse completar los 126 que conforman la magna obra de Cervantes.
Con Mis confesiones con don Quijote quiero dejar constancia de lo que ha significado para mí la obra de Miguel de Cervantes Saavedra. En ella encontré los valores que contiene la palabra cuando se expresa para dar respuesta a las vicisitudes que nos presenta la vida y para recordar a los seres humanos que no estamos solos en la búsqueda de la justicia y la verdad. Espero, además, que se convierta en la puerta que abre el lector que está en la alcoba contigua donde mencionan el Quijote, apócrifo, escrito por don Alonso Fernández de Avellaneda y no tema arrimarse a constatar la fidelidad de los hechos sucedidos al caballero Andante. Espero, también, que sea un espejo de agua en medio del desierto, cuyos reflejos no ilusionen y hagan perder el rumbo a los viajeros desprevenidos. En cada capítulo procuré remarcar huellas que fácilmente descubrirá el lector, sobre las que pondrá su paso y seguirá el camino para ir a beber la sabiduría de los manchegos universales. Si mi obra logra acercar nuevos admiradores de la obra Don Quijote de la mancha, se habrá validado la experiencia, el ejercicio de agradecimiento y revitalizado mi espíritu lector.
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