9 de agosto de 2023

Comentario de la querida Idania Ortiz sobre un fragmento de ‘El sol abre su oscuridad’:

Mi experiencia en la lectura del primer poemario que conforma el libro El Sol abre su oscuridad de Hellman Pardo (Sílaba Editores) fue un ir y venir de la verdad de la poesía a la verdad de unos hechos que, desde tiempos de guerra en nuestro país, es decir, siempre, han convertido la belleza transparente del paisaje natural en un escenario macabro. Son días aciagos los que hemos heredado.

Es preciso no olvidarlos y por ello, el poeta herido en su sensibilidad canta la derrota, que no es otra que la comprensión de ese terrible descubrimiento: En la Guerra, el alma de los hombres desciende al inframundo, se hace ceniza, su humanidad se disuelve en el odio y el pie tirano aplasta la vida. No podemos leer Los días derrotados sin sentirnos vencidos, solo el poema, a partir de su potencia creativa es capaz de sostenernos en sus versos con la esperanza de que estas horas de tinieblas nunca Ise olviden y jamás se repitan.

En Las apariciones de Joaquín Ronderos, un espíritu errabundo, con su decir poético, nos cuenta sobre esos cuatro elementos de vida que se trenzan en un canto a la Muerte que, en un soliloquio permanente de violencia, impone su sello: Los cuatro elementos se liquidan. No hay Vida que resista tal dolor:

Agua

El Agua es resignificada, abandona su antiguo estatus de origen de vida, pureza o bautizo y se transforma en nido de muerte, mensajera fatal que arrastra en su superficie las huellas de la violencia; cuerpos flotando que no pueden lavar su sangre. Es un agua contagiada por la enfermedad de la violencia.

Tierra

Esta se hunde en la barbarie que brota fácil en su amargura. El poeta se reviste de fortaleza y transita senderos desolados y en ruinas.

Aire

El aire que nos ahoga con su grito, el viento de guerra que sepulta todo ser alado. Prohibido soñar porque te convierten en humo. Prohibido volar porque mutilarán tu aleteo.

Fuego

No es el fuego de la hoguera. Es el fuego del arrasamiento, de la destrucción de toda huella de vida. Solo quedan cenizas de esas existencias y un grito desgarrado de una madre.

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