Description
El cese al fuego que pidió el presidente de la Corte Suprema de Justicia estaba enmarcado en la toma del Palacio de Justicia, se pronunció en un día y en una hora precisas, tenía un contexto inmediato. Pero ha adquirido, con el correr de los años, los visos de una invocación histórica. Se ha convertido en la admonición permanente de que solamente sin fuego, sin el horror del fuego de las armas, se puede, se debe, vivir en Colombia.
La realidad de la sangre derramada, de los horrores inenarrables, de las masacres de campesinos, de las tragedias execrables registradas en Colombia a partir de 1985, puede hacernos pensar que es una admonición inane, que en efecto triunfó la otra filosofía, aquella según la cual la violencia es la partera de la historia. Empero, el cese el fuego sigue siendo el ideal, sigue siendo la invocación contra la barbarie, sigue siendo la aspiración civilizada. El legado de Alfonso Reyes Echandía, abreviado en cuatro palabras, es testimonio del poder de las palabras. Del poder de las palabras como condena a la barbarie, de su poder para hablarnos del pasado al presente.