Palabras de vida para las lenguas nativas

Palabras de vida para las lenguas nativas

Febrero 26 de 2016. Por: Juan Diego Restrepo Toro.
En Udea Noticias.


¿Por qué el desprecio por la poesía indígena en Colombia? En el libro de ensayos Komuya uai – Poética ancestral contemporánea, Selnich Vivas Hurtado, su autor, aborda el problema del privilegio de la escritura alfabética sobre otras formas ancestrales de pensamiento, entre ellas el saber de los textiles, la cestería, la alfarería, la escultura, la orfebrería, la danza y la pintura corporal.

Al entrevistar al profesor de la Facultad de Comunicaciones, Selnich Vivas Hurtado y después de leer su libro Komuya uai – Poética ancestral contemporánea, queda el sueño de que la sociedad colombiana, y dentro de ella las instituciones de educación superior, se de a la tarea del aprendizaje y enseñanza de las lenguas nativas, y a la comprensión de los saberes de las culturas del fogón y la placenta.

El libro es una serie de ensayos que invitan a cantar y danzar la poesía minika, una cultura que habita en las orillas del rio Igaraparaná en la selva amazónica. Los nombres de los distintos capítulos son: “Necesidad de la poesía ancestral”, “Vasallaje a la escritura”, “Poetizar, un crimen”, “Cantar la poesía minika”, “Jagagiai manue uai: el narrar curativo” y “Rilke minika”.

Allí se plantean las tensiones entre la ciencia moderna y la ciencia ancestral, entre la escritura alfabética y las distintas formas comunicativas de cada cultura, y entre quienes colonizan y quienes se resisten. “La particularidad del pensamiento indígena está basada en la multiplicidad de plataformas y tecnologías comunicativas verbales y no verbales que se emplean en un único acto comunicativo: por ejemplo el rafue de los minika” (p. 48). Vivas se refiere al pensamiento que se alimenta de varios lenguajes, donde las formas de sensibilidad y conocimiento integran las distintas artes: pintura corporal, danza, canto, máscaras… se trata de alimentarse de varios lenguajes.

En el año 2009, Selnich Vivas Hurtado se formó como roraima, cantor tradicional, entre los minika. Escritor, editor y profesor, hace parte del Grupo de estudios de literatura y cultura intelectual latinoamericana, Gelcil, de la Facultad de Comunicaciones. Ha escrito poesía, novelas, cuentos y ensayos; en 2011 recibió el Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquia y durante los años ha participado en la organización de la Semana Internacional de las Lenguas Nativas.

¿Qué representa la necesidad del aprendizaje y enseñanza de las lenguas nativas para el departamento de Antioquia y su universidad pública?

En el territorio antioqueño hay presencia de varias lenguas nativas, entre ellas las de los waunana, dule, emberá –que tiene varios grupos–, zenú o zinú, que se perdió pero hay restos en la alfarería, en el tejido, en los cultivos y en las tradiciones populares; también se hablan otras lenguas nativas porque hay una migración hacia Antioquia desde hace mucho tiempo.

Además de esto, en el departamento existen tres cabildos indígenas: Chibcariwak, que reúne más de 30 lenguas indígenas, el Cabildo indígena Universitario, con más de 16 pueblos, el cabildo Inga y también hay presencia fuerte de los hablantes de la lengua quechua, cuya influencia en varias culturas indígenas es evidente.

A pesar de esta diversidad, la Universidad de Antioquia no se ha dado a la tarea de la enseñanza de las lenguas nativas. Eso demuestra una realidad social y lingüística que nuestros dirigentes (gobernadores, alcaldes y directivos universitarios) solo enuncian de manera retórica, es decir, “esto existe”, pero la posibilidad de que la Universidad empiece a pensar estas lenguas no se ha dado.

¿Qué significa Komuya uai?

Komuya es germinación, vida, brote, humanización, y uai es palabra; entonces significa ‘palabra de vida’. En todos los lugares de la tierra la poesía tiene un vínculo particular con esa ‘palabra de vida’. Tiene la función de retornarnos la esperanza en la vida y no, como podría pensarse, que un poeta escribe libros para vender, ganar dinero, tener éxito o privilegio social. La diferencia está en que en el pensamiento ancestral la poesía tiene la función de establecer-vínculo-con, de recuperar ese vínculo con la comunidad, mientras en el mundo moderno hemos fragmentado al ser humano.

Se ha asociado al español con el progreso y a las demás lenguas con el atraso o subdesarrollo, ¿es una manera de menospreciar a la poesía ancestral?

En el libro se discute la idea de que existen culturas superiores, eso no es cierto y en poesía mucho menos, porque todos los pueblos y culturas han concebido formas de la poesía que son elaboraciones del conocimiento, de la sinceridad y de la relación entre el humano y la naturaleza.

¿En qué consiste el retorno al origen o a las culturas del fogón?

La vuelta al origen tiene que ver con una idea que ya ha sido muy debatida pero parece que no atendemos a esa discusión: es la idea del capitalismo como un sistema económico que ha colapsado, que ha llevado a que los seres humanos se conviertan en productores de un sistema económico. No ha llevado a la felicidad de lo humano, no ha permitido la pervivencia de la especie ni la convivencia de los seres humanos; ha acelerado procesos de exclusión, racismo, masacres, exterminios sistemáticos, la competencia del mercado y todas otras implicaciones de la sociedad capitalista.

¿Por qué hablar de la poesía en este panorama? 

Porque tiene un lugar muy especial, a través de ella y en su diálogo con las culturas ancestrales se podría preguntar si existen otros modos de vida sobre el planeta, otras posibilidades para lo humano o si todos tenemos que ser obreros, productores, consumistas, gastadores de dinero, etcétera.

¿Cuál fue la metodología para desarrollar el contenido del libro? 

Mi oficio es la poesía. Un escritor se pregunta a sí mismo cómo es que funciona y para qué sirve la poesía todavía en nuestra época. Una pregunta que me llevó a vivir en la selva amazónica y allí me di cuenta de que existían otras formas de la poesía que desconocemos porque no han sido enseñadas en las universidades. Después me dediqué a pensar nuevamente qué es la poesía y así surgió el libro, resultado de más o menos seis años de trabajo de investigación sobre la poesía indígena.

¿Hubo un proceso de devolución de su trabajo a la comunidad?

Permanentemente. Un proceso que no se trata de solo llevar el libro; es visitar a la comunidad, dialogar con ellos, pensar cuáles son algunas de las necesidades más apremiantes. Por ejemplo, en la actualidad tenemos a un miembro de esa comunidad estudiando en la Universidad de Antioquia. Ha habido una construcción del afecto, la amistad y el compromiso de que podemos establecer un diálogo entre saberes. La forma de devolución no es pensar en cuántos millones tienes que llevar, sino dignificar su modo de vida.

¿Qué preguntas sobre la poesía se han generado en las comunidades a partir de esta interacción? 

Me parece muy diciente que ellos mismos han iniciado un proceso de recuperación de su poesía ancestral porque cuando encuentran reconocimiento y valoración de parte de la academia, las comunidades empiezan a pensar que esa poesía ancestral es muy valiosa y que hay que recuperarla. Cuando la academia desprecia sus saberes, ellos actúan de manera coherente: “vamos a abandonar esto y vamos a aprender inglés, no queremos saber más de lo ancestral”.

Estamos en un abismo gigantesco que es mirar el mundo indígena como un objeto de estudio pero todavía no pensamos que ese mundo indígena le puede aportar a la Universidad; este abismo no se va a salvar, por lo menos mientras se mantenga la visión eurocéntrica de que “nosotros” somos civilizados y “ellos” no lo son.

En el libro se habla de la escritura alfabética como una estrategia que instauró la educación para el vasallaje. “El orden colonizador fue instaurado por medio de documentos en las conciencias de los nuevos usuarios de la letra” (pág. 30). En la tradición occidental, de la que son hijas las universidades, pareciera que la escritura fuera superior a otras formas de pensamiento, ¿es así? 

Si digo que sí entonces parto del principio de que el desarrollo humano ha llevado a algunas sociedades al privilegio y a otras al atraso; resulta que no es así, las sociedades orales tienen sistemas de preservación, transformación y construcción del conocimiento que no existen en las sociedades escritas. La escritura alfabética es un sistema que puede prescindir del sujeto, mientras que la oralidad es un sistema que involucra al sujeto y a su cuerpo, en ese sentido lo que está potenciando es una participación directa del organismo vivo, de la sensibilidad, de la colectividad y del espacio eco sistémico.

La oralidad es un conjunto de dinámicas sociales e ideológicas que están en interrelación: el alimento, la música, el sueño. La escritura es otro sistema como la radio, la fotografía, el cine. Lo que sana no es el canto aislado; es la relación que se establece entre el canto y los sujetos en un lugar determinado, acompañado del tacto, la voz, la danza, el sahumerio, de otros que también aportan su energía y sensibilidad; se convierte en un método de sanación y algunos piensan que la escritura es superior a la oralidad pero son dos sistemas distintos. Pero la universidad occidental ha privilegiado la escritura como si fuera el sistema por excelencia del conocimiento y es apenas uno.

¿Qué implicaciones tiene esto sobre la diversidad de conocimientos?

Respondería con otra pregunta: ¿qué sucede en aquellas culturas donde la escritura no cumple ninguna función? Habría que vivir entre ellas, escuchar, danzar con ellas y darse cuenta de que esas culturas están vivas.

Por ejemplo, un abuelo de la tradición oral amazónica mira el bosque y sabe todos los nombres de las especies: vegetales, minerales y animales, cómo se explican esos nombres, para qué sirve cada planta y cuál es el origen de cada piedra, animal, rio y árbol.

En cambio entre nosotros, si por ejemplo un niño tiene una tarea sobre la ceiba, la busca en internet, sale un nombre en latín, una foto y la dibuja, pero no la conoce, nunca ha visto a la ceiba, al jaguar o a la boa; su relación con el mundo es ficticia, a través de máscaras, de tapices, porque tiene una idea de la ceiba que es una ficción de la cultura, pero no ha ido a conversar con ella, a meterse entre sus raíces.

Nuestro conocimiento está mediado. No es un conocimiento de la experiencia sino de la erudición bibliográfica, una forma que se diseñó en el mundo occidental para preservar saberes pero no se tuvo en cuenta el efecto que iba a tener en las mentes de los seres humanos. Mientras la experiencia que posibilita el mundo oral es distinta, no estoy diciendo que es peor o mejor, solo distinta y se debe considerar esa diferencia como una manera de enriquecer la formación de los estudiantes universitarios.