Días de tambor

“No creo pertenecer al llamado realismo mágico”

14 de marzo de 2015. Por: Óscar Jairo González Hernández.
En El Mundo.

El escritor Julio Olaciregui compartió detalles de su vida y obra y enfatizó sobre sus intereses literarios.

Una de las características de su formación se radica y se muestra decididamente inclinada hacia la necesidad de hacer mixturas o combinaciones entre literatura, cine, fotografía, teatro y periodismo. ¿De dónde proviene esa necesidad y cómo lo hace?

Hay un poema del cubano Reinaldo Arenas, cuyo título me sirve para responder, Voluntad de vivir manifestándose, creo que eso nos concierne a todos, no sólo a los escritores. Creo que es Joyce quien dijo: el periodismo se ocupa de lo extraordinario y la literatura de lo ordinario, quizás esto quiere decir que cuando nos encontramos a solas frente a la hoja o la pantalla en blanco podemos hablar de lo divino, y sobre todo de lo humano, como nos guste.

Ahora que se ha desarrollado esta forma de comunicación llamada “internet” podemos imaginar una “obra global” que incluya literatura, cine, periodismo, teatro, fotografía

La base sigue siendo la escritura, aunque “tomar notas” no es escribir. Ahora hay una tendencia a la escritura y publicación de diarios íntimos, podemos imaginar que si registramos todo lo que nos emociona, nuestras reflexiones, las imágenes que nos “tocan”, las locuras que se nos ocurren.

En su relación con la literatura, podría decirnos, ¿qué es lo que más le interesa realizar en ella y si sus novelas así lo evidencian?

Busco contar algunas historias, algunos fragmentos de vivencias, sí, eso es lo que me interesa; o imaginar, imaginar es conocer.

¿En la dimensión estética de su interés e inclinación por el teatro, ¿qué es lo que de allí le interesa y cómo lo lleva a la escena, o no hay interés en llevarlo a la escena?

El teatro es un deseo de salir del cuarto, del estudio donde escribo solo, e ir a buscar a la gente, el diálogo, obedeciendo a la necesidad de compartir la palabra, la expresión corporal, el soplo de vida, algunos temas, no sé por qué misteriosa razón, me han llevado a escribir obras de teatro.

Desde su provocadora relación con el cine (Guion Carlos Mayolo, La mansión): ¿Qué es lo que busca proponer y presentar, dónde se instala su estética del cine y qué sensaciones causa en usted?

Mi relación con el cine viene de la infancia, crecimos viendo cine en “Vespertina”, el cine es un medio que incluye la literatura, el teatro, la fotografía, un oficio del siglo XX y XXI, en París he trabajado con Luis Gerardo Otero, quien ha reflexionado sobre lo que él llama “cine menor”, en contraste con el cine de la mayor, las compañías de cine de Hollywood.

¿Cómo hace y en qué sentido o dimensión el periodismo le ha sido esencial o no para realizar el desarrollo de sus inquietudes literarias y por qué?

Mi amor por los libros me llevó al periodismo, y durante todos estos últimos 40 años, desde que comencé a trabajar en una emisora en Barranquilla y luego en El Heraldo, y aquí en París en la Agencia France-Presse, este oficio me ha permitido ganarme la vida y tener tiempo libre para escribir… García Márquez insiste en que la crónica es un género literario, eso es a veces posible en los medios.

¿Cómo y en qué forma las teorías literarias y de quiénes han determinado o no su creación y por qué?

Esta respuesta tiene que ver con la anterior. La teoría literaria nos puede servir, pero hay que olvidarla luego, como decía Gustave Flaubert, “el escritor tiene que beber océanos (de libros) y luego orinarlos”, precisamente el ejemplo de Flaubert me marcó mucho, la manera de trabajar de él, también Joyce y Kafka, y Pessoa, Onetti, Peter Handke, Wole Soyinka, Beckett, y el teatro griego antiguo, la poesía.

¿Para usted al escribir una novela o cuento, desarrolla la misma técnica o método, o no los tiene, y por el contrario, son lo mismo o llevan a lo mismo?

El escritor Raymond Carver dice que escribir cuentos es como tratar de recobrar eso que hemos visto o “sentido” por el “rabito del ojo”, algo que vimos así sin querer por inadvertencia, o de lo cual sólo tuvimos una impresión sesgada. La novela es producto de un largo soñar con personajes… propiciar la aparición de personajes, claro cuando a uno se le ocurre “trabajar” sobre un personaje entonces tiene que inventar todo un mundo… ejemplos: Charito y Dionea (esta última me llevó quince años).

Portada de la obra Días de tambor, de Julio Olaciregui, editada por Sílaba Editores.

¿Cómo se incrusta la ciudad (Barranquilla/París) en sus inquietudes estéticas y si la ciudad o ciudades son elementos y vehículos propiciatorios, provocadores o no en su tarea?

Barranquilla-París, y los cielos atravesados, la tierra nuestra, Cortázar dice en Rayuela que París es “la ciudad metáfora”, da mucho qué pensar París, mito moderno, es el título de un ensayo de Roger Caillois, el primer editor de Borges en Francia. “¡Ay qué lejos Barranquilla!” dice el poeta Nicolás Guillén… las ciudades nunca te abandonan… hay rincones, momentos, lugares del tiempo… París es una marmita de nacionalidades, sus bibliotecas y museos son refugios, aquí he sentido el paso de la Historia, se da uno cuenta con tantos refugiados que la lucha de clases sigue, y que los antiguos colonizados tenemos derecho a pedir lo que nos debían los colonizadores, aunque sin ánimo de revancha, sólo de frescura, “En Barranquilla me quedo”, dice Joe Arroyo. En mi último libro, La segunda vida del Negro Adán, le dedico un capítulo a Joe, sí, sigo siendo un “barranquillero que baila arrebatao”, pero trato de estudiar a Rousseau, a Montaigne.

¿Podría decirnos si sus novelas, cuentos, dramaturgias etc., se instalan o no en lo que se ha llamado “realismo mágico” (o lo real maravilloso, del surrealismo)?

No creo pertenecer al llamado “Realismo mágico”, quizás sean los críticos quienes deban definir mi “instalación” en tal o cual corriente.

¿Cómo se dan y adquieren su forma o estructura, sus relaciones entre la imaginación y la imagen, en su tarea, y si son determinantes o no para ella?

La poesía es el reino de la imagen, ¡me gusta leer poesía! Y me gusta claro mucho ir al cine. Trato de soñar y a veces anoto los sueños, me gusta pintar. Sí, dibujo con facilidad en el metro, trato de estar disponible para leer “el libro de los rostros”, imaginar destinos.

¿En sus textos de Vestido de bestia, qué lo llevaba o no a Cortázar, al llamarse Horacio Oliveira, el personaje de Rayuela?

Vestido de bestia nació gracias a mi “fiebre literaria”, dos libros me influyeron en la época en que lo escribí: Vista del amanecer en el trópico, de Cabrera Infante, y Le spleen de París, de Baudelaire, el primer libro (poesías en prosa) que leí en francés cuando estudiaba en la Alianza de Bogotá… Rayuela, por supuesto, siempre ronda en nuestros encuentros en esta ciudad, aunque ahora muchos dicen dizque “ese libro ha envejecido”.

Percibo como lector, en usted que hay un poco o no de Pérec o de Queneau, en su estética literaria ¿o no le interesan y mi percepción es equivocada?

Si Georges Perec me inspiró, tienes razón, y Queneau… algo, sí, claro ¡Cuando leí Les choses de Perec me deslumbró, y también algo de La vida instrucciones de uso. Queneau con sus Ejercicios de estilo y su Zazie en el metro. ¡Sí, sí!, das mucho en el clavo.

¿Qué lector busca, le interesa o no el lector y por qué sí o no, que intenta causar en él?

El lector. ¡El lector soy yo! Trato de seducirme, de sorprenderme, de tejer historias… para “pasar el tiempo”, para gozar haciendo algo que me gusta y no me cuesta trabajo. El lector es “imaginario”, un amigo que anda por ahí… y con quien nos vamos a encontrar algún día, hay un agradecimiento implícito cuando uno lee a un autor que le gusta, ahora ando leyendo La montaña mágica… somos lectores también desde niños, y andamos siempre leyendo por ahí, hasta las publicidades… los lectores siempre nos sorprenderán, alguien me contó que una mujer que estaba leyendo Los domingos de Charito lo echó a la basura. Nunca supe qué frase la ofendió tanto, no he olvidado esta historia… perdí quizás a una amiga.

Noticias relacionadas Comentar Recomendar este artículo Imprimir

Influencias
El autor habló de la influencia que han tenido en su obra los movimientos estéticos como la Nouveauroman y Tel Quel.

“Mis estudios en la universidad francesa me pusieron en contacto con esos movimientos que mencionas; en mi primera novela Los domingos de Charito es evidente la influencia que tuvo en mí el descubrir la semiótica, el análisis de cómo se forma el sentido en un texto, lo que son los personajes, la figura que más me marcó fue Roland Barthes, a quien tuve la suerte de escuchar en el College de France, y a quien leí con placer, sí, el placer del texto”.

“Tuve excelentes profesores, entre ellos el poeta uruguayo Gabriel Saad, quien era un gran admirador de Alain Robbe-Grillet y de los otros miembros de esa corriente llamada Nouveauroman, tuve la suerte de que el profesor Saad leyera Dionea y escribiera un artículo en un coloquio sobre literatura colombiana”.

La biblioteca
Julio Olaciregui tiene un lugar sagrado, se trata de la biblioteca. Durante esta entrevista habló qué tiene este espacio que le llama tanto la atención.

“En mis relaciones con ‘la biblioteca’ me siento muy cerca de Borges, un escritor para escritores”.

“Borges ha hablado de la biblioteca como un universo. Vivimos rodeados de libros, nos llaman, nos buscan, nos incitan a leerlos, a veces leo el periódico como si se tratara de un libro desechable”.

“La biblioteca, ya lo dije, es un refugio, un templo, un estimulante lugar, es cierto que a los 10 años la Biblioteca del barrio San José, en Barranquilla, me dio el ‘Ábrete sésamo’, me dejó entrar en otros mundos. En Las mil y una noches y en los libros de piratas. En El tesoro de la juventud, aquella enciclopedia”.

El autor
Nació en Barranquilla, en 1951.

Su interés por el teatro surgió en la Universidad de Antioquia. Fue periodista de los diarios “El Heraldo” y “El Espectador” antes de viajar a París en 1978 para estudiar literatura en la Universidad de la Sorbona. Adaptó para el cine La mansión de Araucaíma, de Alvaro Mutis, filmada luego por Carlos Mayolo (1986). Ha publicado Vestido de bestia (1980), Los domingos de Charito (1986), Trapos al sol (1991) y Dionea (2005). En los últimos años se ha dedicado a bailar danzas africanas, viajando a Guinea y Senegal. Su documental Parfois danse (2009) puede verse en YouTube. Sus obras de teatro En el cabaret místico (1999), El tango congo se acerca a La Habana (2000) y El callejón de los besos (2009) han sido representadas por actores franceses. Escribe sobre cine para la Agencia France-Presse desde 1998.