Metáfora de la crítica

Metáfora de la crítica

Junio 5 de 2016. Por: Luis Germán Sierra.
En Generación.

La línea sin reposo. Catálogo de arte predinástico (Sílaba, 2016) es un libro de relatos de Efrén Giraldo (Medellín, 1975), ilustrado por Jorge Marín (Bolívar, Antioquia, 1986), consistente en un puñado de textos cortos, reseñas a su vez de obras y de artistas plásticos de distintas épocas y tendencias o escuelas, y que se constituyen en un corpus crítico de arte contemporáneo. La autora del libro, originalmente, es Dora Friengel, latinoamericana refugiada en Italia, sobre la cual hay varias especulaciones (existió, no existió, en realidad es el editor del libro, etc) y la primera y original edición es italiana y está escrita, suponemos, en italiano. Lo que leemos nosotros es una traducción al castellano de Damien Albers, profesor de la Universidad de Upsala (Suecia), en una edición, la undécima, de 2061. El manuscrito aparece publicado después de reposar largos años en la editorial a donde fue enviado al principio de todo, refundido en el olvido y, finalmente, rescatado y dado a la luz. Es decir, el libro es un amasijo de pistas que conducen, como es natural, a una ficción. A una mentira que es una verdad, como ocurre siempre en el arte.

Porque Efrén Giraldo, ensayista de gran calado y crítico de arte como no se usa comúnmente, es decir, riguroso, humorístico y lúcido, pero no críptico, en este libro escribe crítica de arte por medio de una ficción. Todo se lo inventa, aunque se refiere, estrictamente, a lo que ocurre en la realidad. El libro es de un esfuerzo y de un alcance descomunal. Puede leerse como una novela o como cuentos o relatos que tienen el hilo conductor de la creación plástica, de las ideas estéticas, de las propuestas eminentemente urbanas en el arte contemporáneo. Y cada reseña está escrita con gran maestría y seriedad, aunque parezca mentira. Los artistas aludidos cuentan con historias personales y anécdotas dignas, en todo caso, del variopinto paisaje de las vidas de los creadores, para bien y para mal, claro. Las fechas, como ya se ve, también son noveladas. El manuscrito llegó a la editorial en 1997 y se ha convertido, por sus reiteradas reediciones (hasta la presente, en 2061), en un clásico para los amantes de la crítica de arte y para los estudiantes propiamente.

Giraldo acude al viejo argumento literario de reproducir un texto original encontrado por casualidad, o perdido misteriosamente y vuelto a encontrar, redescubriendo de paso su valor. Así lo cuenta Damien Albers en el texto de presentación ya señalado. Y se enreda la madeja, porque habría que hablar, entonces, de una obra de ficción que alude a hechos en apariencia reales, fechados bajo características de época concretos, referidos al arte y a la interpretación estética que, de acuerdo a dichas épocas, representaban una ideología, una ciudad determinada, unas problemáticas que a veces tenían que ver con el individuo que las portaba, y a veces con una cultura que orbitaba en torno a determinados derroteros, imposiciones o modas. Y se enreda aún más la madeja si consideramos que quienes aparecen como autores reales del libro son Efrén Giraldo, escritor, y Jorge Marín, ilustrador. ¿Suplantan ellos a la autora de los textos sobre arte y se inventan todo? ¿Se inventan las historias, los autores, las obras, la crítica, para, de manera soterrada, lanzar críticas a diestra y siniestra sobre el arte contemporáneo, el hiperrealismo, el performance, las instalaciones, el body art, el arte romántico, todo el arte? ¿Son ellos una invención de la autora, Dora Friengel?

En un aparte de la nota introductoria del libro, Albers dice: “El pluralismo estético es la consigna del libro, aunque la autora no oculta sus ácidas críticas a los clichés, a los trucos desgastados o a la nueva estupidez con pedigrí. […] El lector encontrará que algunas de las vidas imaginarias del libro parecen críticas realistas de arte contemporáneo. De ahí su éxito en la vida universitaria de su época. Incluso, su incidencia en el mundo del arte ha sido confirmada por los muchos artistas que han recreado las obras de los artistas inventados por Friengel”. Deliberadamente, la crítica de arte que aquí aparece es a veces caricaturesca, se mofa a las claras de tanta intención salvadora o “innovadora”, de las ideas que pululan en el arte, más emparentadas con la sociología, con la moral religiosa, con los análisis etnográficos, etc., que con la verdadera creación artística y las preguntas de sus creadores. Los autores (¿la autora?) se ríen a carcajadas de las nuevas y las viejas estéticas que han querido “salvar el mundo” por medio de una obra de arte. Y hay crítica seria, sin duda, análisis absolutamente pertinentes. Todo está escrito desde el conocimiento de esas estéticas, de las corrientes y de los temperamentos que existen en el universo de las artes plásticas en general, desde la pintura propiamente y el dibujo, hasta las instalaciones y los performances de última hora. Quizás en la segunda parte del título del libro hay ya una alusión irónica: La línea sin reposo. Catálogo de arte predinástico. Predinástico, dice el Diccionario, en el antiguo Egipto es lo anterior a la dinastía de los faraones. Es decir, podría uno arriesgar que el arte predinástico es el que “inventa el agua tibia”.

El lector, claro está, tiene una tarea difícil al acercarse a este libro. La primera exigencia es saber de qué le están hablando, y la segunda la disposición a ser cómplice de la crítica y de la risa que aquí subyacen (bueno, son las exigencias de casi cualquier libro que merezca leerse). La línea sin reposo es un libro muy raro en el panorama de la literatura colombiana. Raro y bien escrito. Y para gozar leyendo acerca de la actual crítica de arte, teniendo claro, de antemano, que se debe leer entre líneas, analógicamente. Este es un libro como una metáfora, imprescindible en la historia del arte contemporáneo.