De gorra en el París Hilton

De gorra en el París Hilton

30 de Marzo, 2011. Por: Carles Barba.
En La Vanguardia de Barcelona.

Ricardo Cano Gaviria también estuvo de joven en París, en “los años de abundancia del corazón”, que escribió Gil de Biedma. Ahora se ha decidido a contar sus avatares por la Ciudad de la Luz en una espléndida novela

Son legión los escritores latinoamericanos que han emprendido el ritual viaje iniciático a París: Severo Sarduy, Córtazar, Vargas Llosa, Julio Ramón Ribeyro, Héctor Bianciotti… También Ricardo Cano Gaviria (Medellín, Colombia, 1946) se plantó en la Ciudad Luz para hacer fortuna literaria. Con una particularidad: la compañera laboral a la que adelantó los dólares para que le financiara la experiencia le inscribió en el París Hilton, y luego se olvidó de enviarle las transferencias. Timado, suerte tuvo de que la colonia colombiana le ayudara, saldando sus cuentas en el hotel (donde leyó a Proust), aunque no pudo luego librarse de dormir en los bancos de los parques. Por lo demás, en París había una “mama grande”, Victoria de Silva, una latinoamericana de izquierdas, con contactos con la guerrilla y el partido comunista, y por cuya casa pasaban desde exiliados hasta aspirantes a escritor como nuestro hombre. Cano Gaviria acaba de ultimar una espléndida novela recreando esas vicisitudes (con el dantesco título de La puerta del infierno), y la ha dedicado a su protectora, que lamentablemente no ha podido leerla porque murió hace un año. De Silva aparece aquí transmutada en madame Gregóire, y otras figuras (como el pedagogo Estanislao Zuleta) tienen también su correlato ficticio, de modo que bien se puede abordar como roman a chef.

“Desde luego he intentado novelar mis dos años de estancia en París, que coincidió por cierto con un impasse muy especial: la revuelta de mayo del 68 y todos sus reflujos. Pero he querido también dar al libro una dimensión histórico-generacional, reflejando la aventura de tantos jóvenes sudamericanos que dieron el salto a la capital de Francia en busca de una panacea, del Coq Galois… “. ¿Y París realmente era una fiesta a finales de los sesenta? “Había un París festivo y bohemio muy efervescente, qué duda cabe, pero en la novela me ha interesado más ahondar en un París trágico. París es un lugar donde uno puede llegar a sentirse muy solo y perdido, y se pueden llegar a tener experiencias límite”. Al son de canciones de Edith Piaf, La puerta del infierno discurre como un relato errante en el que dos personajes cuarentones, mientras descienden por distintos círculos de la ciudad -la Cité, Saint-Germain, Les Halles, finalmente Pigalle- reviven sus andanzas de veinte años atrás, cuando soplaban vientos libertarios y no faltaban jeunes filles en fleur con las que resarcirse del frío de las buhardillas. “La ciudad en mí dejó una huella tremenda, y lo que más recuerdo de ella son los momentos en los que peor me lo pasaba. Quiero creer que eso se transmite a las páginas que ahora publico. París la puedes surcar geográficamente, pero la puedes recorrer también hacia abajo, en sus subsuelos y catacumbas, y es ahí -pienso- donde uno adquiere una conciencia más punzante de la condición humana”.

En paralelo a La puerta del infierno, Cano Gaviria ha rescatado un libro de conversaciones con otro francófilo impenitente que se puso a París por montera, Mario Vargas Llosa. Único libro de este género con el flamante Nobel, aunque escrito en 1972, “mantiene absoluta vigencia porque en él el peruano expresa la misma poética que luego ha revalidado por ejemplo en los ensayos sobre Victor Hugo y Onetti”. El libro surgió bajo el estímulo de Jorge Herralde, cuando, allá por 1970, Cano Gaviria arribó a Barcelona, “y aquí había un ambiente realmente inolvidable, y los emigrantes latinoamericanos eran muy bien recibidos, y se establecían unos lazos de complicidad política y literaria mayores de los que existen hoy en día”. Todo eso se filtra por cierto en El buitre y el ave fénix y le da un suplementario valor testimonial.

Cano Gaviria y su mujer, Rosa Lentini, fundaron la editorial Igitur y, gracias a internet, la gestionan desde la localidad rural de Montblanc. Igitur publica ahora los dos títulos referidos.