Hagan el favor de hacer silencio

Cinco libros del 2014

24 de noviembre de 2014. Por: Yamid López.
En El vaso medio vacío.


El Coronel no tiene quién le escriba (Gabriel García Márquez)
Un Coronel espera, hace 15 años, una pensión que el Estado colombiano le debe y le prometió por defender la República en la guerra. Todos los viernes llega al correo esperando la carta con la aprobación, pero nada. Su familia, dos hijos y su mujer, ya no tienen que comer, los préstamos de las tiendas se agotaron y ya no tienen lujos que vender; solo les queda un gallo de pelea, heredado de su hijo, pero que solo podrá luchar 5 meses después. En el gallo, el Coronel deposita su confianza. era de su hijo y ahora es de la familia; su única propiedad. Al final, después de discusiones con su mujer, de intentar vender el gallo, entrenarlo, suplicar y aguantar hambre, el Coronel, ante la pregunta de Mientras, ¿Qué comemos? Responde: Mierda.
El Coronel no tiene quién le escriba es un libro bellísimo, tristemente bello. La historia de un héroe cansado, no tan viejo, que espera, como muchos colombianos, su pensión, atrapa de principio a fin. La lentitud del pueblo, los beneficiados de este tipo de cosas, la lucha por sobrevivir y la relación, de complicidad y combate, con su mujer, lo hace un libro tan famoso como Cien años de soledad.
El Coronel y su mujer, la luz y la sombra, la recursividad y la paciencia, son un cuadro de personajes perfecto. La mujer, sin nombre como el Coronel, es la contraparte en esta agonía. Las mujeres son para Gabo protagonistas de la historia y tienen, salvo el final, los mejores diálogos del libro. Por ejemplo: la mujer le dice al Coronel que para mantener la dignidad puso a calentar unas piedras para que los vecinos creyeran que estaban cocinando. Un bello y triste poema.

Un libro o mejor un pequeño libro o un cuento largo, hermoso, de fácil lectura y cuya prosa atrapa como la esperanza del Coronel por su carta. A diferencia de Memoria de mis putas tristes no hay, eso creo, realismo mágico, ni frases inverosímiles, solo realidad, triste y bella, repito, realidad.

Planeta americano (Vicente Verdú)
Vicente Verdú, filósofo y académico español, viaja a Estados Unidos a estudiar tres años una maestría en 1994. De allí nace este libro o diatriba contra el modelo norteamericano, resumido en: amor al dinero, al mercado, a lo obsceno, el ciberespacio, las ciudades huevo y la exportación total de un modelo de consumo dañino para el mundo, especialmente para Europa.
En el Planeta Americano Verdú evalúa como la influencia de Dios, el dinero y especialmente la bandera del libre comercio transformó un perjudicial estilo de vida en un producto de exportación y copia de los países desarrollados y no. Oponer resistencia a esta influencia es cada vez más necesario.
El ensayo de Verdú, ganador del premio Anagrama, es profundo y sistemático. Un europeo, creo, ve con recelo como las ideas de liberación y fraternidad de su continente son superadas por el consumismo y Mc Donald`s. No le falta razón, pero la última discusión sobre la banalización de las relaciones interpersonales por el ascenso, frenético, del internet, no son correctas. Parecen adular el pasado y estimular el poco avance científico, además de ser una creación planetaria y no solo estadounidense.
Gran libro, corto pero de fácil lectura. Una descripción severa pero real de la cultura norteamericana y su peligro por el carácter expansionista y adictivo de la copia.

Las baladas del ajo (Mo Yan)
Gao Ma, Gao Yang y cuarta tía son acusados de sabotaje e insurrección al quemar, al lado de todo el pueblo, una de las oficinas del condado. El Gobierno Chino, el de Mao, especializa al pueblo en producción de ajo. Las oficinas lo compran a precios superiores del mercado, pero la abundancia deprime el precio e impide el éxito. Cansados de la situación, sumadas al maltrato oficial, especialmente militar, y el hambre de su familia el pueblo se levanta, quema la oficina y pide la destitución de los burócratas. Al fondo suena la voz de un guitarrista y rapsoda ciego llamado Zhang Kou.
Las baladas del ajo cuenta la historia de tres personajes, entre cortada en el tiempo. No existe una linealidad y solo mientras se lee se encuentran elementos comunes. Gao Yang termina en la cárcel: él que no agitó banderas pero estaba en el lugar equivocado. Cuarta tía, su esposa, se ahorca después del matrimonio en el inframundo de la esposa de Gao Ma, Jinju, y un pretendiente. Jinju, que espero mucho tiempo y sufrimiento para casarse con Gao Ma, se ahorca en estado de embarazo y Gao Ma, a punto de ser liberado, corre al sol, en busca de su esposa, y es asesinado.
Historias crueles pero brillantes. Las Baladas del ajo es un gran libro. El cuadro de personajes es contado perfectamente, incluso para el rapsoda, al que solo le dedican unas páginas al final. Cuenta, con genialidad, las características de los cuatro protagonistas: sus soles y sus sombras.
No existen pretensiones intelectuales, ni políticas, ni juicios de valor infames en la literatura de Mo Yan. La vida se plasma como es. Los juicios son para el lector. Sin embargo, las autoridades tienen un peso malvado en su comportamiento y las gentes humildes, con sus sombras, muestran el lado bondadoso y amable. Es un tipo de literatura libertaria y revolucionaria.

Hagan el favor de hacer silencio (Esteban Carlos Mejía)
Lalito García es un joven de 25 años, con ínfulas de escritor, periodista y pertenece a la Fraternidad Ecléctica, un partido político con tantas ideología que no tenía ninguna. Es tan calentón que le tiene nombre a su pene: Sancho, supongo que por pequeño. Lalito mide 1,50 cm, casi un enano. Es designado por el Comité Ejecutivo Central de la Fraternidad como ghost writter del candidato a la presidencia el Ñero Berto o mamerto, según el caso.
En las correrías electorales Lalito propone el oro y el moro, ríos de miel y montañas de pan. Propone, por ejemplo, un iceberg en Cartagena para combatir el calor, un tipo de producción de café sin cafeína que volverá rico a los campesinos de Manizales y el monopolio de los medios de comunicación para dos millonarios mecenas de la campaña y también para las FARC. Insulta al “unanimismo” y a los candidatos rivales. Al final, las elecciones las gana el abstencionismo y los dos candidatos terminan en un gobierno de Unidad Nacional en el que, por supuesto, está en desacuerdo Lalito García, que además de enano, alzar la punta de los pies para hablar, con delirios de escritor y calenturiento, es sectario.
Hagan el favor de hacer silencio es un libro divertido, muy divertido. Las escenas tienen, como mínimo, una grosería, un lenguaje en parlache, como hablamos los antioqueños y, obviamente, algo sexual. Los personajes, salvo Lalito, no están correctamente construidos.
El libro de Esteban Carlos, columnista de El Espectador, es una crítica al Partido Comunista de Colombia. La Fraternidad no es ni de derecha, ni de izquierda ni de centro, puede promover el fascismo a los paramilitares y hablarle de extrema izquierda, de foquismo a los guerrilleros. Es, al final, una crítica a la pésima política y a su manera, vil y despreciable de hacerla.
Hagan el favor de hacer silencio de Esteban Carlos Mejía es como sus columnas: aunque entretenidas y graciosas no son un chiste de 300 páginas. Al final lloras pero alegre.

Lo que no tiene nombre (Piedad Bonnett)
Daniel, el único hijo varón de la famosa escritora Piedad Bonnett, sufre de episodios psicóticos, de esquizofrenia y de una evidente bipolaridad. La enfermedad no se manifiesta de manera grave hasta que a Daniel le salen unos furúnculos “vergonzosos” en la cara, un tardío acné. A pesar de las contraindicaciones, que nunca supieron, le recetan Robacután, una efectiva droga pero que profundiza las depresiones y “rara vez intentos de suicidio”.
Daniel se cambia de carrera, se encierra en su cuarto, termina las relaciones amorosas abruptamente y en las últimas vacaciones a Brasil, un episodio psicótico casi lo deja al otro lado, en la penumbra de la locura. La situación es difícil. Sabe que está enfermo, su familia lo quiere, pero el efecto del Robacután parece irreversible. Bonnett se pregunta: no va a terminar bien, ¿pero cuándo se va a matar?
Daniel empieza estudios de maestría en Estados Unidos. La dificultad de la administración en artes lo agobia y su mente crea la cuarta pared de la que no podrá salir. Salta del sexto de piso. Se suicido. Ya no existe, la vida es física.
Lo que no tiene nombre es un relato íntimo, tan íntimo que es en primera persona, de las experiencias de Bonnett con su hijo. ¿Por qué se mató? ¿Cuáles fueron sus últimos pensamientos? ¿A qué horas tomó la decisión? ¿Cómo habría cambiado si se hubieran realizo otras cosas? Algunas tienen respuestas, la mayoría, como en todos los suicidios, se quedan en conjeturas de familiares y amigos.
Un relato valiente pero que es la catarsis de una madre que amó profundamente a su hijo. Y lo amó en pasado. Ya lo dejo ir. La vida es física.
Lo que no tiene nombre recorre la exigencia artística e intelectual de su hijo, sus amores, sus frustraciones, las de cualquier persona y la muerte, que recorre como un fantasma el libro. Al final, como al principio, Piedad Bonnett acepta el destino que le deparaba a Daniel y confiesa que si necesitaba ayuda, ella lo habría hecho. Ayuda para llegar al final, para matarse.